Neus Sabaté ha tenido un proceso siempre motivado por la curiosidad. Estudió Física para conocer el por qué y he acabado dedicándose al cómo. Galardonada con el premio Física, Innovación y Tecnología por la Fundación BBVA y el Premio de Física de la Real Sociedad Española por su visión pionera y su gran creatividad en el campo de las baterías biodegradables.
Conversamos con Neus sobre su excelente trayectoria científica y tecnológica para lanzar un mensaje de inspiración y motivación a las chicas jóvenes, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
P. En 2020 recibiste el premio Física, Innovación y Tecnología por tu trayectoria. ¿De qué manera ha contribuido el Premio de la Fundación BBVA en tu trabajo y en la forma personal de vivirlo?
R. Ha supuesto un reconocimiento muy importante no solamente por parte de la comunidad científica que está muy vinculada con este tipo de premios, sobre todo el de la Real Sociedad Española de Física que tiene mucho prestigio; si no también a nivel social. Me ha permitido estar visible en medios de comunicación y por tanto que la sociedad esté más al tanto de lo que se hace en Ciencia y cómo se transfiere esa ciencia a la sociedad.
P. ¿Siempre has tenido claro que querías dedicarte al mundo de la ingeniería? ¿Has tenido referentes que te han llevado a hacerlo? ¿Cómo ha sido tu proceso?
R. Mi proceso siempre ha estado motivado por la curiosidad. De hecho estudié Física motivada por conocer el por qué y he acabado dedicándome al cómo. Pero el motor siempre ha sido la curiosidad: por qué el universo es así, por qué las cosas ocurren de esta manera. En mi caso en concreto ha sido el cómo hacer baterías más sostenibles, cómo solucionar el problema de la contaminación por baterías en dispositivos de un solo uso, como los de diagnóstico portátil.
Ahora también estoy ocupada evolucionando los desarrollos obtenidos en el proyecto del European Research Council que tiene como objetivo hacer dispositivos de diagnóstico con un contenido mínimo de componentes electrónicos, aspecto que los hará todavía más sostenibles. Al final todo se resume en cómo solventar problemas y esta persecución es la que me ha motivado en mi carrera.
A nivel de referentes hace unos años me inspiraba bastante Steve Jobs por su visión. Porque a pesar de las dificultades en los inicios de Apple consiguió llevar a cabo sus ideas con éxito ya que su visión de los productos y de lo que quería hacer era muy clara. Utilizando la tecnología que ya estaba presente, la combinó de una manera que hizo que nos cambiara la vida. Eso me inspiraba, el hecho de fijarme en alguien que tenía una visión y que utilizó la ingeniería para llevarlo a cabo.
P. En este sector, ¿crees que aún faltan referentes femeninas?
R. Sí, todavía se conocen pocas. A lo largo de la historia las mujeres han hecho contribuciones importantes en el campo de la Informática, de la Física y de otros muchos campos relevantes y no se ha transmitido así. A día de hoy aún falta, pero premios como el de BBVA contribuyen muchísimo.
P. A lo largo de tu carrera, ¿has sentido que tenías las mismas oportunidades que tus compañeros o has tenido que demostrar más por el hecho de ser mujer?
R. Yo creo que lo que me ha llevado a donde estoy quizá ha sido desoír los mensajes negativos que van asociados al hecho de ser mujer. Ese mensaje es muy cultural. Desde pequeñas las niñas ven que para ellas los juguetes son más rosas, más de cuidar, porque siempre la mujer tiene el rol de cuidar. Yo siempre he intentado desoír eso.
La familia es muy importante, como mis padres vieron que yo era muy despierta y tenía muy buenos resultados académicos siempre me inculcaron que yo podía ser lo que quisiese. En ese sentido el refuerzo familiar compensa el sesgo cultural que recibimos las mujeres a nivel social.
Más adelante he desoído aquellas voces que, cuando ven que eres una persona más resuelta o más enérgica, por ser mujer te llaman ‘mandona’, ‘histérica’ o ese tipo de calificativos que quizá a hombre se les atribuye más a liderazgo y fortaleza.
Por otro lado, a nivel de selección y de enviar mi currículum me han beneficiado dos cosas. A nivel global llamarse Neus es una ventaja ya que es un nombre catalán bastante desconocido fuera de nuestras fronteras y por lo tanto nunca saben si soy hombre y mujer a la hora de evaluarme por escrito (a menos que busquen expresamente en internet). Aunque a nivel académico nunca me he visto discriminada ya que el mundo de la Ciencia se centra más en la acumulación de méritos académicos que en entrevistas personales.
Para mí los obstáculos son más culturales y hay que desoírlos para perseguir el objetivo aunque a veces se hace difícil. Por ejemplo, las mujeres tenemos el llamado ‘Síndrome de la Impostora’. Existe esta sensación de que nunca te acabas de merecer tus logros, no he sabido nunca si es una impresión inherente a mi persona o es por el hecho de ser mujer. Pero cuando vi que otras mujeres compartían ese sentimiento pensé que efectivamente era un fenómeno más que una cuestión personal.
P. ¿Se va notando más la presencia de las mujeres en la Ciencia o todavía sigue siendo muy diferente la proporción? ¿Qué se puede hacer para impulsar el cambio en ese sentido?
R. Desde hace dos o tres años las campañas de sensibilización de la presencia de la mujer en estos sectores ha aumentado muchísimo y yo creo que si seguimos con esta intensidad veremos los efectos en cinco o diez años, pero no puede ser inmediato. Aún no sabemos el efecto que estamos causando en las niñas que están estudiando aún bachillerato, y no lo sabremos hasta que pase un periodo relativamente largo como para ver ese cambio de estadísticas.
Lo que sí sigue siendo necesario, y es urgente corregir, son las políticas de conciliación laboral. La carrera científica tiene un periodo largo de maduración que justo empieza cuando tienes una titulación y tienes entre veintidós o veinticuatro años. En otros ámbitos eso ya implica una inmersión directa en el mercado laboral con un par de años de prácticas. Sin embargo, en el mundo de la Ciencia es cuando empieza tu carrera científica, es el primer eslabón y cuando comienzas a hacer un doctorado. Estos años se alargan y al final te sitúas en la etapa más competitiva y exigente de tu carrera cuando tienes entre treinta y treinta y cinco años, uno de los periodos más fértiles de la vida de las mujeres y cuando te planteas formar una familia. Es en ese momento, a veces, cuando una mujer tiene que tomar decisiones de conciliación y coordinación. Y ahí es donde realmente faltan políticas más valientes”.
P. ¿Esto influye a la hora de que las mujeres no elijan tanto carreras relacionadas con este ámbito?
R. Es uno de los factores, por no mencionar que seguir una carrera científica en nuestro país es una tarea muy ardua que adolece nuestro sistema. En la investigación llega un momento de maduración en el que un científico, a partir de los treinta o treinta y cinco años, ya ha pasado el periodo post-doctoral y empieza a dibujar su carrera investigadora propia, con sus propias ideas y sus propios riesgos. Para eso se necesita estabilidad, con esa edad no puedes estar todavía con contratos temporales, que no depende de ti sino de otros. Ahí te puedes arriesgar muy poco.
Por ejemplo, mi proyecto del European Research Council, que fueron 2 millones de euros justo cuando cumplí cuarenta años, fue un escenario de cinco años que me permitió explorar y abordar investigación de manera muy ambiciosa. Y el salto cualitativo que realicé en mi manera de pensar, en mi manera de investigar, y en mis ambiciones y mis objetivos cambió muchísimo. Esa estabilidad ligada a una elevada financiación, tanto para hombres como mujeres, no es frecuente en la carrera científica española. Las primeras en caer cuando llega esa tensión entre la maternidad, la familia, la precariedad y el riesgo, somos más las mujeres que los hombres.
Todo esto es fruto de un sistema que necesita mejoras. Porque si a las mujeres realmente competentes les ofreces una plaza fija a los treinta y cinco, estas pueden apostar más por esa estabilidad y ese riesgo científico y compaginar ambas partes de su vida. Y que conste que no es en la única profesión en la que pasa, pero es una de ellas.
P. ¿Qué mensajes, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, se les puede trasladar para que sea una opción a considerar entre las adolescentes?
R. Yo le diría a todas las chicas jóvenes que la ciencia y la innovación las necesita. No podemos construir una sociedad de conocimiento sin el 50% de los cerebros pensantes de este país. Así que: chicas, ¡os necesitamos para que el futuro sea mucho mejor!