Cada vez más empresas entienden que el aprendizaje de los empleados es fundamental para el crecimiento de la compañía y para la adaptación a un mundo cambiante. La formación continua tradicional ha tomado caminos más innovadores en forma de ‘upskilling’ y ‘reskilling’
Si hay algo que la competencia de una empresa nunca podrá llegar a imitar son las personas que forman parte de su plantilla. De hecho, una de las claves para que un negocio pueda seguir creciendo es el desarrollo profesional de sus empleados. Si los trabajadores crecen, la compañía crecerá con ellos.
La llegada de la digitalización ha marcado un antes y un después en el mercado laboral; cada día aparecen nuevas soluciones y nuevos puestos de trabajo que reinventan el escenario. No es de extrañar que el 85% de los trabajos que existirán en 2030 todavía no se hayan inventado, según señala el informe ‘Realizing 2030: A Divided Vision of the Future‘ elaborado por Dell.
Una situación que se ha visto acelerada por la pandemia y a la que ha habido que amoldarse, tal y como señala Imma Catalá, responsable de Estrategia y Desarrollo de Soluciones en el área de Talento y Cultura de BBVA: “El confinamiento provocado por la pandemia nos ha forzado a adaptar de manera inmediata y muy profunda las formas de trabajo“. Además, estos cambios han agitado las estructuras más consolidadas de las empresas: “Ha demostrado que las formas de trabajar basadas en el presencialismo y en las jerarquías se han quedado obsoletas”.
Ante un escenario oscilante y un mercado en constante evolución y cada vez más competitivo, la cultura del aprendizaje corporativo señala al talento humano como el mejor recurso para impulsar factores como la productividad y la adaptación a una realidad cambiante. Así lo refleja un estudio de IBM: cada dólar invertido en la capacitación de los empleados supone un retorno de 30 dólares en concepto de productividad.
Frente a este entorno tan cambiante, contar con una fuerza laboral en continuo aprendizaje y que adquiera nuevas habilidades será clave para la supervivencia de las compañías. Tal y como señala Victoria Holtz, CEO de la compañía Moveminds, dedicada a la enseñanza de nuevas habilidades: “El aprendizaje es crucial en los empleados. Siempre lo ha sido, pero ahora es fundamental y debemos hacerlo de manera recurrente o nos quedaremos fuera”.
Otra cualidad necesaria es la capacidad de entender los vaivenes del mercado. “En estos momentos, hay que tener un pensamiento ágil con vistas hacia el futuro y que permita leer las claves de lo que está pasando”, explica Holtz, que participó en el InnovaHome Festival organizado por BBVA Open Innovation.
Aunque siempre han existido procesos de formación continua o actualización profesional, la digitalización y nuevos escenarios impuestos por el ‘big data’ y la inteligencia artificial han popularizado nuevas formas de aprendizaje bajo los nombres de ‘upskilling o ‘reskilling’.
El ‘upskilling’ consiste en la adquisición de nuevas habilidades sobre un mismo campo, por ejemplo: la llegada de una nueva tecnología más eficiente que debe ser aprendida. El ‘reskilling’ por su parte es el aprendizaje de habilidades diferentes que pueden ser útiles para la empresa, por ejemplo: un contable que aprende programación.
Estos procesos están cada vez más a la orden del día. El Foro Económico Mundial lanzó a principios de 2020 la iniciativa Reskilling Revolution con el objetivo de ofrecer a mil millones de personas mejor educación, habilidades y empleos para 2030. En esta línea de trabajo, ha realizado el informe ‘Upskilling for Shared Prosperity‘ que estima que el potencial sobre la mejora de las capacidades podría aumentar el PIB en 6,5 billones de dólares (aproximadamente 5,4 billones de euros) para 2030.
La motivación es una parte fundamental del proceso de aprendizaje; además de ver un futuro prometedor para sus carreras, los procesos de formación deben huir del tedio. Estrategias como la simulación de escenarios ofrecen opciones más atractivas.
Desde la compañía Moveminds brindan entornos de aprendizaje basados en la simulación mediante el uso de avatares interactivos. Su funcionamiento, que se apoya en la inteligencia artificial, es muy similar al de una conversación humana y se puede trasladar a múltiples situaciones.
Un ejemplo concreto lo encontramos en el desarrollo de roles digitales, como el de un operario virtual de seguridad que puede plantear situaciones de peligro que el empleado deberá manejar. Este tipo de soluciones ofrecen una experiencia de aprendizaje ajustada a la realidad de los empleados que les permite probar y equivocarse.
En ocasiones, la formación surge de la propia empresa. Los procesos de autoformación en el que profesionales con más experiencia sobre un área comparten su conocimiento con el resto de los empleados se están convirtiendo en una nueva tendencia.
Este aprendizaje interno fomenta habilidades en el equipo como la productividad, la creatividad y el vínculo. Así lo señala el estudio de ‘Knowledge sharing: a review and directions for future research‘, de las universidades de Nevada y Ohio: “Cuando los trabajadores comparten lo que saben, aumenta la creatividad, se estimula la innovación y mejoran los resultados para los individuos, los equipos y las organizaciones”.
La formación en las empresas debe estar alineada con una filosofía de crecimiento e inclusión del empleado, incorporada en todos los aspectos de la empresa. Uno de los fundamentales es el liderazgo que “debe tener presente tres rasgos esenciales: empoderamiento, emprendimiento y responsabilidad”, tal y como señala Catalá del área de Talento y Cultura de BBVA.
Desde esta perspectiva, se entiende al aprendizaje como una herramienta para conocer las propias capacidades, superarlas y animarse a contribuir de formas creativas y valiosas a la empresa. En el informe ‘Beyond Reskilling’ de Deloitte se señala que el 54% de las empresas cree que los propios trabajadores quieren aprender y solo el 19% ve la falta de interés como una barrera.
La consultora defiende que es una oportunidad ya que los empleados “pueden ver las fuerzas disruptivas antes que los mandos superiores”. Gracias a esta visión y al impulso de un ambiente de crecimiento y aprendizaje, los propios trabajadores “pueden identificar los huecos y reinventarse para completarlos”.
El mundo está en constante cambio, surgen nuevos empleos y desaparecen otros. La mejor manera para seguir este ritmo es mantenerse al día, actualizado y ampliar el currículum de conocimientos propios. Para ello, la implicación de las empresas y de los propios trabajadores debe seguir un mismo objetivo: aprender para seguir siendo competitivos.