Ana Maiques: “No pasa nada si no hay un camino, créate tu camino”

P. Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia ¿qué se les puede trasladar a las jóvenes para que la tecnología y la investigación les sean atractivas?

R. Es una pregunta muy difícil, aún faltan un montón de cosas. Quizá lo que más nos falta es una educación que sea más integradora y yo creo que eso empieza en las casas. Animo a los padres y a la escuela a intentar sacarnos de encima esos prejuicios que tenemos, comenzando por los regalos que se le hacen a los niños en cumpleaños y fiestas navideñas. Hay que romper ese tipo de prejuicios y animar a las niñas a creer en sí mismas y hacerles saber que las ciencias no tienen género. Pues el talento no tiene género ni condición social.

Por otro lado, nos faltan referentes, hay que explicar más el trabajo de otras mujeres. Y ya no solo de mujeres, sino gente de color, gente de condiciones sexuales diferentes… El concepto del hombre blanco que triunfa está demasiado presente y hay que tener más diversidad. Los medios de comunicación deberían sacar más referentes que no siempre sea el mismo tipo de paradigma.

Es esencial cambiar las reglas del juego y decirles a las niñas que no pasa nada si no hay un camino, “créate tu camino”. Eso aplica a todos los emprendedores, que somos bastante así. Trabajamos en una idea que no existe y si tenemos una visión nos implicamos al máximo sin seguir ningún camino pautado, seguimos nuestro propio camino. En el caso de las mujeres es lo mismo, hay que animarlas a estudiar Ciencia y a que da igual cómo esté el mundo, hay que crear el camino.

P. ¿Crees que existen las mismas oportunidades o que las mujeres aún tienen más handicaps por esa presión social por demostrar que valen igual que los hombres?

R. Yo creo que tenemos más presión pero hay que saber gestionarla. Por ejemplo, yo soy directora de una compañía de alta tecnología muy internacionalizada, que viajo mucho y tengo cuatro hijos. Nos han hecho creer que hay que escoger entre el trabajo y la familia, entre ser una buena profesional o una buena madre y para mí es una mentira. El mundo ha cambiado y las mujeres tenemos que conseguir hacer lo que queremos hacer en este nuevo mundo. 

Sí que es verdad que es más difícil pero poco a poco hay que cambiarlo. Ahora se puede trabajar a cualquier hora, desde tu casa, en remoto… hay mucha más flexibilidad de la que había antes. Puedes ir a buscar a los niños, darles de cenar y luego ponerte a trabajar un par de horas. Es decir, yo creo que siempre hay más presión pero las mujeres debemos tirar para adelante con las herramientas que tenemos y luchar por lo que creemos, haya más presión o no.

P. La tecnología en la que trabaja aspira a explorar todas sus posibilidades en el campo de las enfermedades neurodegenerativas. ¿Siguen siendo dichas enfermedades todavía unas de las grandes olvidadas a nivel institucional y de investigación?

R. Nosotros llevamos casi veinte años trabajando en la Neurociencia y la investigación de las enfermedades neurológicas relacionadas con el cerebro, a lo que cada vez se le da más importancia. El hecho de que en Estados Unidos gente como Elon Musk, Brian Johnson y muchos de los líderes tecnológicos de Silicon Valley estén haciendo apuestas importantes en la neurotecnología ha guiado mucho el foco.

La Ciencia y la Tecnología ha mejorado en patologías en las que antes los humanos nos moríamos y en enfermedades que suponían un reto. Ahora lo que quiere la gente ya no es vivir más tiempo si no vivir mejor. Y eso pasa con la investigación del cerebro. Si piensas en las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, la demencia o el Parkinson hay muchísimo dinero e interés. Después de la pandemia se ha abierto un gran foco en los temas de salud mental como es la depresión.

Nosotros sí que hemos visto un cambio muy importante, se invierte muchísimo más dinero y hay mucho más apoyo público en la salud, en especial relacionada con las enfermedades del cerebro. En ese sentido creo que el paradigma está cambiando. No llega al nivel del cáncer, por supuesto, pero creo que realmente empieza a haber un foco muy importante a medida que la población envejece.

P. Cada vez se apuesta más por tecnologías como la Inteligencia Artificial, que es el caso de vuestro casco. Con respecto a los métodos más clásicos que todos tenemos en mente (laboratorios, etc.,) ¿crees que todavía la gente ve este tipo de investigación como algo muy del futuro?

R. Se puede pensar que es muy del futuro pero en tiempo de los romanos y los egipcios ya utilizaban peces eléctricos como rayas o mantas que generan electricidad, existiendo dibujos de cómo se los ponían en la cabeza para el dolor.

La relación de la electricidad sobre el humano para el tratamiento de diferentes enfermedades ha estado siempre presente, por ejemplo los electroshocks o los electrodos implantados. Lo que pasa es que la tecnología se ha sofisticado mucho, es precisa, no es invasiva, es segura. Ahora puedes utilizar esa Inteligencia Artificial para decidir dónde tienes que inyectar esas corrientes. Puedes ver cómo funciona cada cerebro eléctricamente y cómo modularlo.

Lo que a mí me gustaría es que el mundo de la salud continuase abriendo su mente. El cerebro es el órgano más complejo que tenemos y en este campo hay muchas maneras de intentar ayudar; puede ser mediante los videojuegos, la estimulación eléctrica, la luz o las apps.

P. Vuestra sede está en Boston, ¿es más complicado avanzar en estos campos en España? ¿Por qué la necesidad de irse al extrajero?

R. Yo siempre defiendo que cuando eres emprendedora, tienes que ser un emprendedora con ambición global. Mi objetivo es que los pacientes que sufren en Europa, en América y en Asia se curen, no solo los españoles. Tanto mi compañía como yo siempre hemos tenido una ambición de impacto social grande, desarrollando una terapia para enfermos con epilepsia, con depresión o en el futuro con Alzheimer

En nuestro caso yo creo que tanto España como Europa son sitios extraordinarios donde hay mucho talento, pero si quieres llevar una terapia a otros territorios como Estados Unidos tienes que pasar un proceso como es la FDA, por lo que tienes que tener una presencia americana. Es decir, yo creo que no es un tema de que aquí sea más difícil, es que si quieres tener impacto en diferentes territorios tienes que tener una presencia. Y por eso nosotros no solo estamos en Boston, si no también en Barcelona. Creo que es muy importante lo que llamamos ‘scale up’, escalar las compañías para que sus modelos de negocio y de impacto tengan efecto internacional. 

P. Osea que no se trata solo de centrarnos en el país, sino de que sea algo global. ¿En el extranjero hay muchas más posibilidades a la hora de desarrollar todas las tecnologías que tenéis en la empresa?

R. Europa nos ha dado mucho talento y nos lo sigue dando, es un excelente sitio para iniciar una empresa. Pero Estados Unidos da una dimensión, unos recursos y una proyección bastante importante a nivel mundial. Y Asia es un sitio de crecimiento extraordinario. Si te paras a pensar en los diferentes continentes lo que te da América, Europa y Asia es muy diferente y lo que yo quiero es que mi compañía se beneficie de las ventajas que te ofrece cada territorio. 

Es verdad que Estados Unidos tiene un nivel de recursos, de financiación y de innovación que a lo mejor no está tan desarrollado en Europa, sin embargo es un ambiente mucho más competitivo. Es decir, no porque tengas más oportunidades vas a tener acceso a ellas.

P. Entonces, ¿animarías a las personas que están empezando una carrera en el mundo científico a empezar a formarse por ejemplo en España y después irse al extranjero? ¿O si tienen la posibilidad de quedarse en España desarrollar aquí el talento?

R. Creo que estar siempre en un mismo sitio no es enriquecedor. Animo a la gente que hace STEM a moverse, a irse de Erasmus por Europa, a hacer especialidades en los sitios donde sean los mejores, a pedir becas fuera. Vivimos en un lugar privilegiado como es España, Europa, pero estar expuesto a cómo viven tu campo en otras culturas siempre te va a enriquecer.

Por ejemplo, se puede cursar, lo que llaman en Estados Unidos, un ‘undergraduate’ en Europa y después hacer una especialidad en Estados Unidos. Aunque es cierto que cada uno tiene que ver cuáles son sus posibilidades, pues no todo el mundo puede irse a estudiar una carrera en el extranjero.