Tener conocimientos de desarrollo web ayuda a que los fundadores de una ‘startup’ conciban sus propios productos digitales o tomen mejores decisiones con su equipo técnico. Ironhack, Assembler School y Platzi son algunas de las escuelas que ofrecen formación tecnológica ‘online’, práctica y adaptada al mercado para impulsar su negocio.
Hace más de una década, un joven llamado Kevin Systrom trabajaba como profesional de ‘marketing’. No contaba con ninguna titulación en informática, pero dedicaba las noches a trabajar en ideas sencillas para mejorar sus conocimientos de programación, un ámbito que le atraía desde la adolescencia. Utilizando el lenguaje de programación HTML5, desarrolló el prototipo de Burbn, una ‘app’ donde los usuarios podían registrar su ubicación y compartir fotografías. Ese fue el germen de la que hoy es una de las redes sociales más exitosas, Instagram.
Al igual que Systrom, muchos programadores y emprendedores han aprendido a picar código por vías diferentes a la formación tradicional. Según una reciente encuesta de Stack Overflow a más de 80.000 desarrolladores, solo el 54% se ha formado en una institución educativa, mientras que el 60% ha aprendido programación con recursos digitales como vídeos y blogs, el 40% ha realizado cursos ‘online’ y el 32% ha utilizado foros, entre otras opciones complementarias.
Hayan empleado unos recursos de aprendizaje u otros, los programadores de habla hispana pueden participar en el Hackathon BBVA organizado por BBVA Open Innovation, que se celebrará entre el 22 y el 24 de octubre de forma digital y en el que profesionales multidisciplinares resolverán doce retos propuestos por el banco.
Por su parte, los emprendedores sin conocimientos técnicos que ya se hayan lanzado a utilizar las herramientas ‘no-code’, destinadas a crear productos digitales sin código, y quieran ir un paso más allá, pueden aprender desarrollo web gracias a multitud de iniciativas alternativas a la formación tradicional.
Los ‘bootcamps’ o seminarios virtuales intensivos son uno de los métodos de aprendizaje que utilizan los programadores, de acuerdo con el 10% de los encuestados por Stack Overflow. Una de las escuelas españolas de referencia en este ámbito es Ironhack: cuenta con nueve campus presenciales en diferentes países además de un campus remoto, ha formado a más de 9.000 alumnos y ha cerrado una ronda de financiación de serie B de 20 millones de dólares este año.
«Son ‘bootcamps’ totalmente enfocados a la práctica: los alumnos tienen el apoyo de profesionales de primera línea que trabajan en empresas y aportan los conocimientos que demanda el mercado», explica el director general de Ironhack, Tiago Santos. Trabajadores de diferentes sectores han dado un giro a su carrera con la formación de esta ‘startup’ que, en nueve intensas semanas, los capacita para ser desarrolladores ‘full-stack’ júniores, es decir, profesionales «que no saben hacer de todo, pero pueden entender todo, tanto lo que ocurre en la parte del servidor, el ‘back-end’, como la del cliente, el ‘front-end'», detalla Santos. Precisamente este perfil de desarrollador es uno de los más demandados en las ofertas de trabajo de profesionales digitales en España, según un reciente análisis de Telefónica.
Lenguajes de programación como JavaScript o Python (los más utilizados de acuerdo con GitHub), herramientas ‘front-end’ como HTML o CSS, entornos de trabajo como Angular o React y bases de datos con MongoDB son algunas de las tecnologías que los alumnos manejan en estos ‘bootcamps’ antes de incorporarse al mercado laboral o de comenzar su propia aventura.
Aquellos con mentalidad emprendedora generalmente «quieren construir su MVP [mínimo producto viable] en lugar de que lo construya otro, han externalizado de la programación de su empresa y desean ahora tomar las riendas de la parte técnica de su ‘startup’ o quieren entender el lenguaje técnico para comunicarse mejor con su equipo», en palabras de Santos.
Keep Coding, Hack a Boss y ISDI Coders son otras de las escuelas españolas que ofrecen ‘bootcamps’ de programación en formato presencial o remoto. También hay iniciativas orientadas a impulsar el talento femenino, como Adalab, que ayuda a las mujeres en situación de precariedad laboral a convertirse en programadoras.
Por otro lado, en lugar de cursos intensivos, Assembler School ofrece másteres de desarrollo ‘full-stack’ de mayor duración (siete meses) tanto en Barcelona como de forma virtual a alumnos que ya cuentan con unos conocimientos mínimos. «Nuestro programa es 100% práctico, no tenemos profesores ni clases teóricas o asignaturas», explica su cofundadora, Kasia Adamowicz. Los mentores de esta escuela, entre los que se encuentran CTO de empresas tecnológicas reputadas, participan en el diseño de la formación y guían a los estudiantes para que «desde el primer día trabajen solucionando problemas que se van a encontrar en la vida real», indica Adamowicz.
La metodología de Assembler School se basa en el «aprendizaje colaborativo»: además de adquirir conocimientos técnicos, los alumnos mejoran sus ‘soft skills’ (habilidades blandas) colaborando por grupos en un proceso gamificado. «Muchas empresas no quieren a un ‘crack’ si no sabe trabajar en equipo», asegura Adamowicz. Una lección útil también para los emprendedores que lanzan su producto digital tras la formación, guiados por la escuela y con apoyo de su red de colaboradores si lo desean.
Más allá de las iniciativas que ofrecen ‘bootcamps’ o másteres, existen plataformas de aprendizaje virtual para adentrarse en el mundo de la programación poco a poco, como Coursera, que recopila cursos de informática y otros muchos ámbitos; Code Academy, una de las plataformas más veteranas; o Free Code Camp, una organización sin ánimo de lucro que ofrece formación gratuita a los desarrolladores.
También destaca la plataforma colombiana Platzi, que ofrece cursos en español para adquirir competencias digitales, entre ellas de desarrollo web, a más de dos millones de estudiantes. Su metodología facilita que cada uno aprenda a su ritmo. «Nuestra comunidad y nuestro sistema de inteligencia artificial, que aprende de cómo un estudiante aprende, sugieren al alumno su camino», indica la responsable de comunicación de Platzi, Ingrid Zuñiga. ¿El objetivo de esta escuela? «Convertir Latinoamérica en una economía digital que exporte talento en tecnología», defiende.
La compañía también apoya a los emprendedores a través del DemoDay de Platzi Startups, un programa que ofrece mentorías a las ‘startups’, desde formación en ‘marketing’ a preparación del ‘pitch’. Los proyectos ganadores viajan después a Silicon Valley para presentar su proyecto ante inversores y aceleradoras de la talla de Y Combinator. Precisamente la líder de ‘startups’ en Platzi, Juliane Butty, participó recientemente en un InnovaHome Festival organizado por BBVA Open Innovation, donde desgranó la importancia del rol de las mujeres en el ecosistema emprendedor de América Latina.
De esta forma, contar con conocimientos de programación, habilidades comunicativas, capacidad de trabajo en equipo y otras destrezas digitales puede ayudar a que los emprendedores consigan que su idea tengan éxito. También son competencias deseables para solucionar los desafíos del próximo Hackathon BBVA, en el que los participantes emprenderán por grupos una solución tecnológica que resuelva los desafíos del grupo.
El aprendizaje autónomo aporta mucho más que conocimiento. Poco después de lanzar Instagram, Kevin Systrom afirmó que había extraído dos lecciones aprendiendo programación por su cuenta: «No te rindas tan rápido si es algo que realmente disfrutas» y «haciendo el trabajo es cuando aprendes lo que usarás todos los días». Dos sentencias que pueden tener en mente los emprendedores que estén dispuestos a comprender y construir por sí mismos las entrañas tecnológicas de los productos del futuro.