Código QR: un vínculo renovado entre el mundo físico y el digital

El código digital por excelencia cobra una segunda vida tras la pandemia y consolida su oferta en la hostelería y el ‘fintech’, gracias a ser una tecnología con múltiples aplicaciones que aporta comodidad, inmediatez y universalidad.

Leer la carta de un restaurante, devolver una prenda de ropa o pagar en un establecimiento solía involucrar elementos materiales que circulasen de mano en mano. Sin embargo, la llegada de la pandemia redujo el uso de billetes, tickets y menús impresos: el código QR tomó el relevo.

La tecnología ‘Quick Response’ (en español, respuesta rápida) emplea un patrón bidimensional para codificar información alfanumérica, permitiendo que los usuarios accedan a ella a través de su ‘smartphone’, de manera cómoda y muy sencilla. Sus aplicaciones son amplísimas: rastreo de contactos, almacenamiento de datos, administración de inventario, seguridad, pagos sin efectivo, usos docentes o certificado Covid.

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Incluso, una empresa funeraria ha comenzado a grabarlos en lápidas como una manera innovadora de homenajear a los fallecidos. Para ello, incluyen códigos QR en las inscripciones de modo que los visitantes del cementerio, al escanearlos, puedan recordar o saber acerca de esa persona mediante una compilación de fotografías, vídeos o música.

Aunque haya sido en el contexto pandémico cuando han inundado definitivamente el mundo, los códigos QR se inventaron hace décadas en Japón y fue a partir de 2010 cuando su uso se extendió por Estados Unidos y Europa. Repasamos su origen, sus aplicaciones en ‘fintech’ y recordamos sus posibles riesgos.

Un escaneo, 200 veces más información

Todo comenzó en los años 90, cuando el ingeniero de una filial japonesa de Toyota, Masahiro Hará, detectó que necesitaban una gestión más eficiente de las piezas de sus vehículos, ya que empleaban siete u ocho códigos de barra por cada caja. Inspirándose en iGo, un juego de estrategia japonés, que disponía piezas en blanco y negro sobre la cuadrícula de un tablero, Hará dio con un método para acceder a un gran volumen de datos a través de un solo escaneo. Hoy en día, el código que inventó es capaz de almacenar 200 veces más información que el código de barras tradicional.

Estos códigos QR pueden ser dinámicos, permitiendo modificar la información que encierran sin necesidad de modificar la imagen, y personalizables, ya que posibilitan cambiar su color o incluir el logo de una empresa determinada en su centro. Además, otra de sus funcionalidades más interesantes es que permite realizar seguimientos estadísticos como, por ejemplo, conocer cuántas personas han hecho clic en él.

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Oportunidades para el ‘fintech’

La digitalización ha aportado comodidad, seguridad y ubicuidad al mundo ‘fintech’. El proveedor español de servicios de pago Bizum, al haber dotado de instantaneidad a las transferencias bancarias, es un claro ejemplo de cómo la tecnología soluciona necesidades cotidianas.

Gracias al código QR y de la mano de las Administraciones de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), esta plataforma ha encontrado otra manera de aportar valor a sus clientes. Para poder hacer pagos de apuestas y recibir premios, el usuario solo tiene que generar en su aplicación bancaria un QR Bizum, que le permitirá identificarse al comenzar la operación. “Se trata de dotar al servicio de agilidad, pero con la misma seguridad que brinda una tarjeta”, explica el director de Desarrollo de Negocio de Bizum, Fernando Rodríguez Ferrer. La clave: el código es único por operación y caduca a los pocos minutos de su activación. “Aunque hagas un pantallazo, no vale pasado ese tiempo”, asegura.

Una vez validado su uso y hábito, su idea es llevarlo a otros ámbitos y “explorar las vías que faltan”. Rodríguez considera interesante la posibilidad de que sean los propios comercios quienes generen este código a la hora de poder llevar a cabo un pago. “Es algo que puede enriquecer al sector financiero, aumentando la oferta de los bancos y apostando por la omnicanalidad”, sentencia.

Siempre que su empleo tenga sentido y aporte valor al cliente, se irá incluyendo en distintos servicios de pago

BBVA es una de las entidades que ha lanzado dicha funcionalidad, para simplificar el pago y cobro de loterías y apuestas mediante un QR. Aunque, según apunta el portavoz del área de pagos de esta entidad, Jorge Moreno López, no será el único uso de esta tecnología en el sector bancario. “Siempre que su empleo tenga sentido y aporte valor al cliente, se irá incluyendo en distintos servicios de pago”, aclara Moreno.

Hoy en día, ya lo han incluido en algunas filiales latinoamericanas. Por ejemplo, explica que los usuarios de la ‘app’ de BBVA Argentina pueden pagar con QR gracias al sistema MODO, y que en México han lanzado las tarjetas Aqua sin PAN ni CVV, en las que el cliente tiene que escanear un código a la hora de activar sus claves. Precisamente, BBVA acaba de ser premiado en el Festival Internacional El Ojo de Iberoamérica por la campaña realizada en España para dar a conocer estas tarjetas.

En lo que respecta a los pagos, la implementación puede realizarse de diferentes formas. Por ejemplo, el negocio podría apostar por exponer un código QR y que sea el cliente quien lo escanee; o bien podría ser el propio usuario quien lo genere, para su posterior verificación por parte del establecimiento.

Estrechar el vínculo con la marca

Cheerfy es una ‘startup’ que emplea la digitalización y el código QR para reinventar la experiencia del comensal en la hostelería. Se trata de una herramienta de fidelización que facilita un contacto directo entre el restaurante y el cliente.

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“Nuestro objetivo es traer la perfección de la experiencia ‘online’ al entorno físico. Este código actúa como un punto de transición entre ambos mundos”, explica su CEO, Carlos Gómez Vendrell. Gracias a él, el cliente puede leer el menú y pagar la comida, dividiendo con flexibilidad el total entre los comensales, sin esperar a que el camarero traiga la cuenta. Además, el usuario puede obtener una tarjeta de fidelización y almacenarla en Apple Wallet o Google Pay, y acumular puntos en ella cada vez que pague, estrechando así sus lazos con la marca.

Nuestro objetivo es traer la perfección de la experiencia online al entorno físico. Este código actúa como un punto de transición entre ambos mundos

“El código QR permanecerá entre nosotros durante años, coexistiendo con otras tecnologías que también aporten virtudes”, apunta Gómez. El experto incide en que su éxito se debe a la combinación de una “sociedad reeducada”, a la que ya le resulta familiar convertir una experiencia física en digital, con una tecnología universal, ya que todos los ‘smartphones’ cuentan con lector para este código.

Evitar los ciberriesgos

Los códigos QR son bastante seguros, aunque existe una pequeña posibilidad de que se empleen para distribuir ‘malware’. Los ciberdelincuentes también se han reinventado durante la pandemia y puede ocurrir que peguen un código QR malicioso encima del de un establecimiento, con el objetivo de obtener datos personales del cliente. “Sin embargo, el QR no tiene ni más ni menos riesgo que abrir una página web: no percibo una inseguridad incremental más allá de los riesgos inherentes de la tecnología”, aclara Gómez.

Por su parte, el portavoz de pagos de BBVA, Jorge Moreno López, ofrece consejos para evitar esta situación: no es recomendable ir “leyendo códigos QR a lo loco” o escanear aquellos de dudosa procedencia. Insiste en que el usuario debe sospechar si la página a la que le redirige el código le pide información sensible que el banco nunca pediría en el entorno de una web como, por ejemplo, el código PIN de su tarjeta. “Un banco siempre va a incorporar medidas de seguridad y elementos que identifiquen al cliente para garantizar la seguridad al pago”, afirma.

El código QR no solo se ha convertido en una magnífica herramienta para evitar el contacto físico y cumplir con las medidas que requiere la crisis sanitaria. Al ofrecer una mejor experiencia al usuario, facilitando su interacción con la marca y la captación de información para ofrecerle servicios más personalizados, seguirá teniendo un hueco en el mundo postpandemia, sobre todo en la hostelería, las compras y el ‘fintech’.

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