La conciliación bancaria es un proceso crucial dentro de la gestión financiera: busca garantizar la congruencia y precisión entre los registros contables de la empresa y la información proporcionada por la entidad bancaria, para asegurar una gestión adecuada y mejorar la toma de decisiones. Exploramos en detalle qué es, su importancia para cualquier emprendedor y cómo realizarla.
Cuadrar las cuentas es una de las tareas más importantes para cualquier empresa. Lo que ‘a priori’ parece sencillo puede ser un desafío en compañías de alto crecimiento y con un elevado volumen de operaciones y actividad. El control contable es un proceso imprescindible para supervisar los movimientos y asegurarte de que todo va según lo planeado. Por eso, una de las herramientas de control más utilizadas es la conciliación bancaria, que permite saber dónde hay fallos o desajustes en la contabilidad general para darles la solución adecuada.
La conciliación bancaria es un procedimiento contable cuyo objetivo es asegurar que los saldos y las transacciones registradas en los libros empresariales coinciden con los datos proporcionados por el banco. Es decir, es el proceso para cotejar y comparar la información financiera del negocio con sus correspondientes datos bancarios, lo que permite identificar discrepancias, errores u omisiones en los registros contables y tomar medidas correctivas.
Este proceso implica comparar y revisar los extractos bancarios con los registros contables de la compañía, como los propios libros de contabilidad de la empresa e incluso facturas y otros documentos financieros. Por ello, es una práctica a adoptar por cualquier emprendedor en su startup.
En esencia, la conciliación bancaria consiste en verificar y ajustar las diferencias entre los saldos contables y bancarios para asegurar su coincidencia. Realizar este procedimiento de manera integrada tiene importantes ventajas:
El proceso de conciliación se puede dividir en varios pasos para garantizar una buena ejecución:
Lo primero será reunir todos los documentos, facturas, extractos bancarios o registros del periodo que quiere comparar. Esto incluye estados de cuenta, cheques cancelados, dinero en efectivo y cualquier otro registro relevante.
En segundo lugar, se revisan los registros contables internos de la compañía recogidos anteriormente, como libros de contabilidad, registros de transacciones, facturas y recibos. Deben estar actualizados y reflejar con precisión las transacciones financieras de la empresa.
En este punto empieza la comparación de la información interna con el registro bancario. Esto puede hacerse de forma manual o utilizando algún programa informático, lo que ayudará a realizar las comparaciones con mayor rapidez y seguridad.
Todas las transacciones deben estar debidamente identificadas en ambos registros. Si hay diferencias, es importante investigar y determinar la causa, teniendo en cuenta que esta diferencia puede deberse a errores de registro, pero también a cheques o transacciones pendientes.
Una vez determinadas las posibles causas de las diferencias entre los apuntes contables internos y el registro bancario externo, deben resolverse las discrepancias registrando cualquier transacción en uno o en otro, según sea el caso. Es recomendable guardar un historial de los ajustes realizados para tener futuras referencias.
Tras realizar todos los ajustes necesarios y corregir los errores identificados, se debe conciliar nuevamente para verificar la coincidencia de los saldos y confirmar que la información es precisa, concordante y completa.
Es recomendable tener la información contable lo más actualizada posible. Por eso, es preciso realizar el proceso con cierta periodicidad y, en la práctica, la mayoría de las empresas realizan su conciliación varias veces a la semana. En cada vez más casos, el proceso se realiza en tiempo real y está automatizado con el apoyo de ‘software’ específicos de gestión de tesorería, que ahorran tiempo y recursos.
Realizar el proceso de conciliación bancaria de forma regular ayudará a garantizar la integridad de los registros financieros de la empresa y permitirá una gestión financiera más efectiva. Es, por tanto, una herramienta crucial para tomar decisiones informadas y operar de manera efectiva en el mercado.