Para acometer nuevos desarrollos, expandirse a otras regiones o asegurar su crecimiento futuro, las empresas de alto crecimiento recurren habitualmente a préstamos. Si el periodo de pago de estos es superior al año se trata de una deuda a largo plazo, una modalidad que integra algunos beneficios e inconvenientes para los emprendedores que la contraen. Saber gestionarlas de manera adecuada puede determinar el éxito de su proyecto.
Se considera como deuda a largo plazo todo aquel importe de deuda pendiente de pago con un vencimiento superior a los 12 meses, tal y como señala Corporate Finance Institute, plataforma educativa especializada para profesionales de las finanzas. Si el periodo de pago del préstamo es inferior al año, se habla de una deuda a corto plazo.
Las deudas a largo plazo se contabilizan como pasivo no corriente en el balance de las empresas. No obstante, cuando una parte o el total de la deuda vence en el plazo de un año pasa a considerarse pasivo corriente. Para entender mejor esta dinámica, se plantea el siguiente ejemplo:
Las deudas a largo plazo contraídas con entidades financieras se atribuyen a varios tipos de préstamos:
No obstante, cuando la necesidad de financiación de la empresa es elevada y, por tanto, obtener un préstamo por parte de un único prestamista es complicado, también cabe la posibilidad de solicitarlo a través de una fórmula conocida como empréstito.
Un empréstito es un macropréstamo que es obtenido por una compañía de alto crecimiento y que es facilitado, a partes iguales, por varios prestamistas y se instrumentan en títulos. En los empréstitos figuran tres perfiles:
El camino de una empresa de alto crecimiento hacia el éxito, sobre todo en contextos donde el apoyo por parte del ecosistema inversor es más cauto, no es sencillo. Estas compañías suelen contar con múltiples alternativas a la hora de obtener financiación como el ‘venture debt‘, ‘growth loans‘ o préstamos a fondo perdido, aunque, en ocasiones eso supone contraer una deuda a largo plazo. Esto suele implicar beneficios para los emprendedores, pero también está sujeto a algunas consideraciones que son necesarias conocer para el desarrollo correcto de la compañía.
Por un lado, a la hora de adquirir un préstamo a largo plazo, los emprendedores pueden realizar el pago de este poco a poco. Cuando una startup inicia su andadura es difícil obtener en un primer momento los ingresos necesarios para abonar gastos como la adquisición. Este tipo de deuda permite abonar la cuantía de forma gradual y ajustarse al presupuesto de la compañía. Por otra parte, las deudas a largo plazo ofrecen un margen amplio para renegociar las condiciones del préstamo o realizar amortizaciones anticipadas de capital, es decir, adelantar una parte o todo el pago de la deuda contraída.
No obstante, a la hora de asumir una deuda a largo plazo, los emprendedores deben tener en cuenta que, a diferencia de otras alternativas de financiación como el ‘venture debt‘, es necesario demostrar la solvencia de la compañía a través de la documentación requerida por la entidad que concede el préstamo. Además, cuanto más tiempo se demore el pago de la deuda, mayores serán los intereses que abonar.
Por otro lado, el exceso de endeudamiento puede acarrear otra serie de riesgos para la supervivencia de la empresa. Una sobrecarga de deuda influye en la rentabilidad, disminuye el flujo de caja y aumenta las exigencias a la hora de acceder a financiación adicional.
Para los emprendedores, acceder a una financiación a largo plazo puede ser una parte esencial en su desarrollo, aunque la elección dependerá del propósito, las tasas de interés o la calidad crediticia de la institución que presta el dinero. Aun así, recurrir a esta modalidad y gestionarla de manera adecuada ayuda a trazar un futuro más próspero y hacer frente a los desafíos que surgen en el camino innovador de las empresas de alto crecimiento.