Optimizar las carteras de inversión, mejorar la clasificación del riesgo crediticio y conseguir una mayor precisión a la hora de detectar casos de fraude financiero son algunas de las ventajas que la computación cuántica, una prometedora tecnología en desarrollo, augura para las finanzas.
Hace unos treinta años que empezó a ser normal disponer de un ordenador en casa, unos aparatos que han evolucionado a pasos agigantados desde la concepción del considerado el primer computador, creado durante la Segunda Guerra Mundial. Pero la tecnología no se detiene y a la computadora clásica que usamos a todas horas también le viene una transformación que puede convertirse en cotidiana en los próximos años: el computador cuántico.
Surgida en 1981, la idea de la computación cuántica fue expuesta por primera vez por Paul Benioff, quien creía que las leyes cuánticas se podían adherir a la computación tradicional. Para ello lo que había que hacer era cambiar las unidades mínimas de información de la informática, el bit clásico que puede ser un ‘0’ o un ‘1’, por las leyes de la mecánica cuántica, en la que puede tomar los dos valores a la vez.
Este cambio en el “ADN” de los ordenadores prometía importantes mejoras, pero tuvo que pasar una década para que la teoría se convirtiese en realidad: el primer ordenador cuántico de la historia llegó en 1998 y, veinte años más tarde, el primer ordenador comercial de este tipo.
Esta tecnología, de la que se lleva unos años hablando en firme, puede ser un agente diferencial a la hora de afrontar el futuro de las finanzas. Investigadores, ‘startups’ y las propias entidades bancarias han comenzado a vislumbrar qué tareas en ‘fintech’, como la simulación financiera y la optimización de procesos, podrán llevarse a cabo gracias a la computación cuántica. ¿Es una promesa a corto o a largo plazo; en qué áreas podrá usarse?
Química cuántica, sector de la salud, inteligencia artificial, seguridad, logística e industria. Los ámbitos en los que se plantean los usos de la computación cuántica son muchos y van aumentando. En el caso del sector bancario, la unión entre computación y finanzas comenzó a plantearse hace tan solo unos años. Enrique Lizaso, director ejecutivo de la ‘startup’ Multiverse Computing, explica que esta asociación es relativamente nueva, pero que su potencial es alto. “Los primeros algoritmos en finanzas empezaron a aparecer en 2017. Eran pruebas de concepto muy simples donde lo que se hacía era demostrar que un ordenador cuántico podría realizar estas tareas. Ahí comenzó de verdad la carrera”, contextualiza el experto, que participará el próximo 25 de mayo en el InnovaHome Festival organizado por BBVA Open Innovation ‘Computación cuántica para predecir el futuro’.
En esa carrera, los expertos coinciden en que las aplicaciones al mundo financiero de la tecnología cuántica pueden ser diferenciales el día de mañana, aunque vendrán con calma y sin grandes saltos.
“Las aplicaciones de la informática cuántica en el sector financiero se agrupan en tres clases: simulación, optimización y aprendizaje automático. Esto se consigue en base a los algoritmos que se han ido desarrollando durante estos años”, que se aplicarán en estos nuevos ordenadores, explica Almudena Carrera, investigadora cuántica en IBM.
Las tres áreas mencionadas por Carrera son importantes dentro del mundo de las finanzas. La simulación consiste en crear un modelo estadístico para estudiar los resultados de escenarios inciertos. De este proceso se pueden sacar aplicaciones como “la fijación de precios de los derivados financieros y el análisis del riesgo asumido al mantener grandes carteras”, indica la experta.
En la optimización, los ordenadores cuánticos trabajan para acelerar la capacidad de liquidación de las operaciones, optimizar las carteras de inversión y “mejorar el proceso de emparejar empresas con compradores potenciales”.
En el caso del aprendizaje automático, la tecnología cuántica puede aplicarse para perfeccionar la clasificación del riesgo crediticio, hacer una segmentación más específica de los clientes y conseguir una mayor precisión a la hora de identificar intentos de fraude, “como los que se dan con las transacciones a través de tarjetas de crédito”, ejemplifica.
“Conseguir que la computación cuántica llegue al nivel que buscamos necesitará en una balanza entre software y hardware donde trabajemos tanto con los algoritmos que lo hacen posible, como con el desarrollo de las máquinas capaces de procesar dichos procesos”, concluye la investigadora.
La teoría es correcta, pero, en la práctica, los expertos coinciden en que aún es un campo que necesita tiempo, ensayo y error. Escolástico Sánchez, líder de la disciplina de Investigación y Desarrollo en Nuevos Negocios Digitales de BBVA, explica que, como otras entidades financieras, actualmente no están utilizando la computación cuántica, sino que se encuentran en fase de investigación.
“En BBVA llevamos desde 2018 investigando en computación cuántica, fecha en la que vimos que podía tener un gran impacto en el sector. Tras un año de entrevistas y documentación elaboramos seis pruebas de concepto para probar esas hipótesis. Desde entonces nos encontramos inmersos en un proceso de investigación para ver hacia dónde va esta tecnología”, desarrolla Escolástico.
Uno de los problemas de esta tecnología es que, actualmente, no existe una solución cuántica perfecta. “Hay muchos actores que están desarrollando sus modelos cuánticos, pero no hay ninguno que sea el definitivo. Por eso nosotros estamos diversificando y viendo hacia dónde se dirige, porque habrá un momento en que sea diferencial”, afina el directivo.
¿Se puede predecir una fecha? Enrique Lizaso de Multiverse Computing cree que “en 10 años los bancos no entenderán sus operaciones sin la computación cuántica”, mientras que, en palabras de Escolástico Sánchez, “en dos o tres años podremos observar pinceladas de los beneficios cuánticos”.
Ya sea a corto o a largo plazo, el futuro parece que traerá un binomio ganador de la mano de la computación cuántica y las soluciones ‘fintech’, como vaticina el desarrollo técnico que se ha producido en los últimos tiempos. Mientras esperamos a saber qué ordenador usaremos el día de mañana, habrá que seguir investigando, explorando e innovando gracias a la tecnología.