Transacciones por internet, solicitud en línea de créditos, apertura de cuentas bancarias de forma telemática… Son muchas las herramientas que la innovación ‘fintech’ pone a disposición de usuarios y empresas para fomentar la inclusión financiera, un gran reto en la región.
En América Latina, las bajas tasas de penetración bancaria siguen siendo un importante lastre para el desarrollo. Aunque el porcentaje de latinoamericanos con cuenta bancaria ha aumentado drásticamente en los últimos años —de un 55% en 2017 a un 74% en 2021—, acelerado por la crisis de la COVID-19, 122 millones de personas en la región (aproximadamente el 26% de la población) se encontraban aún sin bancarizar en 2021, según datos del Banco Mundial.
Desigualdad de ingresos, economía sumergida, falta de acceso a financiación o baja competitividad de las pymes son algunas de las consecuencias de las brechas en la inclusión financiera. El emprendimiento ‘fintech’ se ha propuesto dar respuesta a estos problemas gracias a la tecnología: desde soluciones de pagos digitales para aumentar los beneficios de los comerciantes hasta el acceso a crédito, este sector consigue marcar la diferencia en la economía de toda la región, especialmente para sectores como las micro, pequeñas y medianas empresas.
La pandemia de la COVID-19 dio impulso al emprendimiento ‘fintech’ en la región: el número de startups del sector se duplicó entre 2018 y 2021, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Las empresas ‘fintech’ latinoamericanas lograron además atraer una inversión de capital riesgo récord de 6.093 millones de dólares en 2021, frente a 1.629 millones de dólares en 2020.
El estudio Global Findex 2021 del Banco Mundial arrojó que, en el período que abarca la irrupción de la COVID-19, América Latina fue la región del mundo que experimentó un mayor incremento de la inclusión financiera, de hasta el 19% entre 2017 y 2021. Un aumento que vino, al menos en parte, de la mano de la innovación: los pagos digitales y las compras a través de internet y dispositivos móviles permitieron a personas y comercios continuar con su operación pese a las restricciones de movilidad. El 15% de los adultos latinoamericanos realizó su primera transacción digital durante ese período y, solo entre los usuarios de Visa, 13 millones de personas realizaron su primera compra ‘e-commerce’ en el primer trimestre de marzo de 2020.
El impacto en la digitalización de la población fue notable —la tasa de penetración de internet en América Latina pasó del 43% en 2012 al 78% en 2022—, y también en la penetración bancaria: solo en Colombia, por ejemplo, se logró bancarizar a 1,5 millones de personas durante el 2020. Hoy, cerca del 75% de los clientes de los bancos digitales son consumidores y pequeñas y medianas empresas que antes no estaban bancarizados o lo estaban por debajo de su nivel, según el Fondo Monetario Internacional.
La inclusión financiera de personas y pymes tiene un impacto positivo en el crecimiento y la lucha contra la pobreza ampliamente probado, explica Eduardo González, responsable de BBVA Spark en Argentina y Colombia. «De acuerdo con reportes de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en México, se identifican cinco impactos directos: incremento de la resiliencia financiera, aprovechamiento de oportunidades, inversión en activos, incremento del bienestar social y empoderamiento de las mujeres», enumera.
Diversos casos de estudio en América Latina muestran el potencial de la innovación financiera para mejorar la inclusión y acabar con la desigualdad. En México, el 75% de los pequeños comercios que incorporan plataformas y pagos digitales han experimentado un crecimiento de sus ingresos. El sistema de pagos instantáneos Pix, lanzado por el Banco Central do Brasil en 2020, ha conseguido una adopción masiva (representó el 29% de las transferencias en el país en 2022) y ayudado a impulsar el ‘e-commerce’ y la capacidad de pequeños comerciantes de aceptar pagos digitales.
En Colombia, durante la pandemia, el Gobierno amplió programas existentes e introdujo nuevas iniciativas de transferencias monetarias para personas en situación de vulnerabilidad a través de teléfonos móviles, que lograron un impacto positivo en aspectos como la salud financiera de los hogares. Y en Argentina, donde el Banco Central implementó la iniciativa Transferencias 3.0 a finales de 2021, los pagos realizados a través de la banca móvil representaron el 60% del total de operaciones realizadas en octubre de 2022.
Aunque las cifras de inclusión financiera han mejorado en la región, persisten importantes desigualdades económicas. Un reciente estudio de Mastercard arrojaba que el porcentaje de consumidores de América Latina sin cuenta en alguna institución financiera descendió del 45% en 2019 al 21% en 2023, pero que solo el 59% de los encuestados de bajos ingresos y el 40% de los que viven fuera de grandes urbes disponían de una. Según datos de Deloitte, además, persiste una brecha de género (las mujeres de la región registran menor tenencia de tarjetas de débito, crédito y préstamos) y de nivel educativo.
Promover la bancarización y la innovación financiera en áreas rurales de América Latina es una asignatura pendiente, afirma Fermín Bueno, cofundador y ‘managing partner’ de Finnovista. «Al final, las grandes zonas metropolitanas en Latinoamérica son más fáciles de incluir financieramente, porque la penetración de la tecnología digital es un prerrequisito para poder entregar estas soluciones», explica. Así, la falta de infraestructura que garantice la conectividad y de acceso a dispositivos móviles de alta gama supone un gran impedimento para la implementación de soluciones como pagos y cobros digitales.
Aunque el emprendimiento ya está buscando vías para salvar este obstáculo: la ‘fintech’ argentina Menta, por ejemplo, distribuye entre los comercios locales sus propios terminales de venta con conexión wifi propia. «Ofrecemos una estrategia para digitalizarse de forma sencilla a los comercios para que puedan responder a las necesidades de sus consumidores», explica Alejandro Quirno, CFO de la empresa, a BBVA Spark. «Hemos identificado que una tienda que vendía solo en efectivo aumenta casi un 17% sus ventas tras adquirir una terminal de pagos digitales».
El segmento de préstamos ‘online’ o ‘lending’ es uno de los nichos ‘fintech’ con mayor margen de crecimiento: solo tres de diez latinoamericanos tiene acceso a formas de crédito como préstamos, seguros o productos de inversión. ‘Fintechs’ como la mexicana Kueski surgen precisamente para «intentar abordar esa necesidad de infraestructura de pagos y de crédito con un modelo de negocio que se adapta a los clientes que no están bancarizados por las instituciones tradicionales, apoyándose en la tecnología», explica Andrew Seiz, vicepresidente y responsable financiero de la compañía. «Por ejemplo, los avances en aprendizaje automático e IA han potenciado la capacidad de evaluar el riesgo de crédito de los individuos y de las empresas de una manera más eficiente».
La banca abierta es otra gran oportunidad de crecimiento para el sector ‘fintech’ y, de la mano, para la inclusión financiera, señala Fermín Bueno, de Finnovista. «La principal manera en que los gobiernos pueden apoyar es facilitar esa regulación y una inversión que ayude con el despliegue de infraestructuras, de manera que el acceso a la tecnología digital sea la misma en zonas urbanas y rurales». Hace solo unas semanas, Colombia ha regulado el ‘open finance’ «para generar más competencia en el mercado de crédito y facilitar el ingreso de más personas al sistema financiero» como indican desde la Superintendencia Financiera; en la estela de países como Brasil o Argentina.
«El número de clientes [de las ‘fintech’] va a seguir creciendo. Este año, en todos los ecosistemas en los que hemos realizado una investigación en profundidad (Argentina, Chile, Colombia, Perú…) hemos visto crecimientos de en torno al 20%, tasas que son consistentes con las de los últimos años. Además, vemos que el ‘fintech’ va a seguir siendo el principal receptor de la financiación del capital riesgo, en torno al 30 o al 40%», pronostica Bueno. «Todavía hay muchísimo dolor, muchísimas necesidades que aún se tienen que ver cubiertas, con soluciones con las que no se llega a través de la banca tradicional. Esa es la gran oportunidad en Latinoamérica».