El sector bancario, como actor principal en la economía, puede ser parte de la solución a la crisis climática al decidir dónde se destina parte del dinero que los ciudadanos le confían. BBVA reafirma en la última edición de South Summit 2021 su compromiso por redirigir el capital a proyectos alineados con la Agenda 2030 y a ofrecer alternativas sostenibles a las decisiones financieras de sus clientes.
Cuando hablamos de instituciones y de impacto ambiental, no solemos pensar en los bancos. Éstos no son grandes emisores directos de CO2 en comparación con otros sectores (1,02% de las emisiones en Europa, según Eurostat). Aunque es cierto que no operan directamente en el medioambiente, las políticas de financiación e inversión de los bancos son decisivas a la hora de poner en marcha los proyectos que lideren la transición ecológica y destinar su capital hacia iniciativas que contribuyan a la descarbonización de la economía. Además, los desastres provocados por la crisis climática pueden perjudicar gravemente a los activos y reducir la capacidad de pago de los clientes, por lo que alinear las carteras de préstamos con el Acuerdo de París también es indispensable para las entidades financieras a un nivel estratégico.
BBVA, por ejemplo, se ha propuesto reducir el impacto de su actividad sobre el medioambiente como parte de su estrategia para luchar contra el cambio climático e impulsar el desarrollo sostenible. Así, a través del Plan Global de Ecoeficiencia (PGE), y en línea con los objetivos marcados en su Compromiso 2025 sobre cambio climático, la entidad se convirtió en neutro en carbono en 2020 con relación a los impactos ambientales directos de sus operaciones y ha anunciado que también lo será en cuanto a los impactos indirectos (sus clientes) en 2050.
En los últimos años, han arrancado diversas iniciativas que han reforzado el vínculo finanzas y sostenibilidad. Destacan entre ellas los Principios de Banca Responsable de las Naciones Unidas, a los que se han adscrito entidades como BBVA, que buscan convertirse en una referencia en innovación y buenas prácticas, maximizando el impacto positivo en la sociedad.
Para lograr ese impacto positivo, la apuesta por la sostenibilidad debe ser global y permanente. Durante el panel de South Summit 2021 ‘El resultado de tomar las decisiones correctas’, que tuvo lugar el pasado 5 de octubre y donde participó el director de Sostenibilidad de BBVA, Ricardo Laiseca, se abordó el papel del sector financiero como actor principal de la senda sostenible. El experto afirmó que la sostenibilidad es un concepto multidimensional, que tiene que estar en el núcleo de cualquier organización y que, en el caso de BBVA, involucra gran parte de la estrategia empresarial. Insistió así en que debe implicar un esfuerzo transversal, presente en todos los departamentos de la organización, y que también debe significar la creación de nuevas oportunidades para los clientes.
En este sentido, un estudio de Spainsif sobre Banca Sostenible concluye que las entidades financieras deben fomentar el uso de los criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG), además de formar a sus empleados para sustituir la mentalidad actual de colocación de producto por la de adecuación de lo ofrecido a las necesidades de cada cliente.
Por su parte, cuando le preguntaron a Jacobo Anaya, director de Energía y Finanzas Sostenibles de BBVA España, qué hacía un banquero en un panel de sostenibilidad de South Summit 2021, lo tuvo claro: “El rol del banco es financiar esa transición ecológica”. Fue durante su ponencia en la charla ‘Sostenibilidad en el núcleo: propuesta de valor para clientes, socios y proyectos corporativos’ de la última edición del evento líder de innovación del sur de Europa. En esta cita, Anaya hizo hincapié en que la solución a la crisis climática está en la tecnología que aportan, por ejemplo, los investigadores y las ‘startups’, pero también en el sector de las finanzas y en cómo se dirige a sus usuarios: “Una de nuestras principales responsabilidades es instruir y asesorar a nuestros clientes en la Net Zero Agenda”.
Además, Anaya insistió en que una de las grandes barreras que hay que superar en la transición ecológica es la de la formación y el conocimiento, ya que ”tanto empresas y consumidores deben estar al tanto de qué tecnologías tienen a su disposición para mitigar el impacto ambiental, junto con las diferentes opciones que existen para financiarlas”. En concreto, BBVA se ha comprometido en su Marco Medioambiental y Social a finalizar su exposición a actividades relacionadas con el carbón, dejando de financiar a empresas relacionadas con el sector antes de 2030 en los países desarrollados y antes de 2040 en el resto de los países en los que está presente.
Tanto para las propias entidades financieras como para el medioambiente y la sociedad, la banca sostenible debe generar un valor añadido que convierta los retos en oportunidades, como añade el citado informe de Spainsif. Laiseca, muy en línea con Anaya, hizo hincapié durante el evento en que los bancos tienen que entender que su papel es “financiar el futuro”, movilizando capital a la vida real y siendo un canal para los fondos públicos.
Además, reveló que su mayor descubrimiento como gran entidad financiera es que no son solo una herramienta para que las grandes compañías puedan emprender una transición ecológica, sino también para clientes de menor tamaño, como las pequeñas y medianas empresas: “Trabajamos por un futuro donde demos alternativa sostenible a cualquier decisión financiera; queremos ser una organización que brinde oportunidades a todo el mundo “.
Desde 2018, BBVA ha destinado más de 67.000 millones de euros a financiación verde como parte de su compromiso de canalizar hasta 200.000 millones en 2025 en proyectos que ayuden a la lucha contra el cambio climático. Laiseca concretó que la entidad ha puesto en marcha compensaciones a sus empleados en función de su desempeño ambiental, una práctica en boga en otras grandes corporaciones que intervinieron en el panel, como Endesa y Telefónica.
Por otro lado, el directivo reconoció que el principal desafío al que se enfrenta BBVA respecto a la sostenibilidad es, además de la brecha de conocimiento como apuntaba Anaya, el ‘data gap’ (o brecha de datos): “A veces desconocemos la situación de nuestros clientes, por lo que para tenemos que apostar por un enfoque holístico y pragmático que nos permita poner remedio a esta fisura”.
En este sentido, para Laiseca hay dos elementos indispensables a la hora de impulsar la innovación y alcanzar el éxito. El primero es conocer mejor a los clientes, saber dónde están y qué necesitan. El segundo es echarle imaginación: “Necesitamos mucha más creatividad en los negocios, proyectar cómo será el mundo”.
Tal y como hemos observado durante la pandemia, cuando el ser humano es consciente de la gravedad de un problema trabaja conjuntamente para hacerle frente. El acecho de la crisis climática ya ha motivado una actuación colectiva que aúna individuos, sector público, científicos, inversores, entidades financieras y toda clase de empresas.
Los clientes ya no reclaman solo bancos responsables con sus ahorros, ahora exigen también respeto al entorno social y medioambiental de los proyectos que financian. El compromiso de los agentes involucrados demuestra que hay voluntad de cambiar las cosas.