La innovación ‘foodtech’, una de las tendencias tecnológicas que marcarán el 2023, puede cambiar para siempre nuestra forma de producir alimentos al tiempo que combate problemas tan acuciantes como el cambio climático. Tecnologías como el cultivo celular, la fermentación de precisión o la bioimpresión prometen una nueva era de ingredientes que pasarán a formar parte de nuestra gastronomía.
A comienzos de año, BBVA Spark señaló el emprendimiento ‘foodtech’ (tecnología aplicada a la alimentación) como una de las tendencias sectoriales que marcarán el 2023. Y no fue la única: otras publicaciones de prestigio como ‘Forbes‘ identificaron el potencial de este ámbito de la innovación para superar obstáculos en la ruta hacia la Agenda 2030 tan importantes como la escasez de alimentos o la deforestación.
Con previsiones como que 2.000 millones de personas podrían pasar hambre para el año 2050 o cifras que apuntan a que casi el 90% de la deforestación mundial se debe a la agricultura y la ganadería, cambiar nuestro modelo de producción de alimentos se convierte en una necesidad. La innovación, uno de los principales motores del desarrollo sostenible, está dando un paso adelante de la mano del emprendimiento para liderar el cambio.
Entre las múltiples tecnologías punteras aplicadas al sector agroalimentario, hay un campo en especial que destaca sobre el resto: la producción de alimentos alternativos. Desde opciones ‘plant-based’ (basadas en plantas) hasta carne sintética, pasando por fuentes de proteína subutilizadas como los insectos, cada vez más ‘startups’ proponen soluciones para llevarnos la innovación directamente a la boca.
«El ‘foodtech’ es un ámbito muy amplio, pero al final todos perseguimos hacer mejores alimentos. Que sean más asequibles o más sostenibles, que duren más, nutricionalmente mejor compensados o que ayuden con las problemáticas de salud de los usuarios», destaca Santiago Aliaga, CEO de Zyrcular Foods.
El mercado ‘foodtech’ global podría alcanzar un valor de 342.520 millones de dólares para 2027. En España, la inversión en el sector llegó a los 268 millones en 2022. La buena disposición de unos consumidores cada vez más abiertos a probar productos alimentarios innovadores si tienen un impacto positivo en el medio ambiente y el bienestar animal supone una oportunidad de negocio para un gran número de ‘startups’ y soluciones disruptivas.
El sector abarca múltiples casos de uso, con nuevos modelos de consumo y distribución basados en la tecnología móvil y cadenas de suministro más eficientes impulsadas por la robótica y la inteligencia artificial (IA). Pero son las soluciones enfocadas a mejorar la producción de alimentos las que encierran el potencial más revolucionario.
La tecnología de cultivo de células, por ejemplo, posibilitaría la producción en laboratorio de carne real a partir de células animales. Aunque por el momento su comercialización solo es legal en Singapur, a finales de 2022 la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) de Estados Unidos completó la primera consulta previa al mercado de una solución de carne para el consumo humano producida mediante esta tecnología. La previsión de ingresos para este mercado es de 60.270 millones de dólares para el 2030.
Otra innovación en el ámbito de la biotecnología que está transformando radicalmente nuestra forma de obtener alimentos es la fermentación de precisión, que permite producir mediante microorganismos (levaduras, hongos, microalgas o bacterias), por lo general modificados genéticamente, proteínas similares a las procedentes de la carne, el pescado, el marisco, los lácteos, el huevo… Un sector que podría alcanzar un valor de 37.350 millones de dólares en 2030.
Aproximadamente el 34% de las ‘startups foodtech’ españolas se dedican a la producción y transformación de alimentos, la categoría que más empresas agrupa. Entre ellos, podemos destacar el primer proyecto español de carne cultivada, Biotech Foods; o soluciones de base vegetal que se han hecho un hueco importante en el mercado, como la de Heura Foods. «Los análogos ‘plant-based’ de la carne tienen aún mucho campo de mejora, por eso utilizamos la innovación como motor de crecimiento», explica Pep Sala, Iberia Country Manager en Heura Foods. «Al apoyarnos en la ciencia y la tecnología, estamos encontrando nuevas formas de desbloquear las barreras de los consumidores, hacer crecer la categoría y redefinir el sistema alimentario».
La empresa, que cerró en 2022 una ronda de 20 millones de euros y aumentó su facturación un 80% ese mismo año, ha lanzado recientemente Good Rebel Tech, «una plataforma que producirá alimentos densos en macro y micronutrientes de una manera sostenible». destaca Sala. «Nuestra misión es acelerar el cambio hacia un mundo en el que nuestros hábitos alimentarios diarios tengan un impacto positivo en los seres humanos, el planeta y los animales».
Otras ‘startups’ ofrecen proteínas alternativas a base de hongos, la apuesta de Innomy Labs, o incluso de insectos, campo que estudian empresas como Entomo Agroindustrial o Insekt Label Biotech. Por su parte, Zyrcular Foods combina la producción, comercialización y distribución de proteínas alternativas. La ‘startup’ catalana, que firmó un acuerdo de financiación sostenible junto a BBVA, trabaja actualmente con proteínas vegetales y micoproteínas (derivadas de hongos) y apoya la investigación de tecnologías prometedoras como la fermentación o el cultivo celular.
En el ámbito de la fermentación de biomasa se enmarca la propuesta de MOA Foodtech, ‘startup’ basada en Navarra, ganadora del FoodTech Startup Forum 2022. La empresa aprovecha subproductos de la industria alimentaria para crear nuevos alimentos a través de un proceso de fermentación mediante microorganismos que transforman los residuos en ingredientes proteicos de alto valor nutricional.
«La cadena agroalimentaria actual no es sostenible: el 30% de los gases de efecto invernadero proceden de la industria agroalimentaria y el 70% de esa huella de carbono se debe a la producción de ingredientes. Por eso quisimos buscar ingredientes 100% sostenibles con los que proveer a las industrias», explica Susana Sánchez, cofundadora de MOA Foodtech. Su reto actual es alcanzar una economía de escala: «Al final, lo que queremos es conseguir ingredientes de bajo coste para que lleguen a cuantas más personas mejor y poder causar así un impacto mayor», apunta. «En nuestro sector, uno de los grandes cuellos de botella es la falta de instalaciones productivas con el tamaño suficiente o un coste asequible para la industria agroalimentaria».
Por otro lado, la bioimpresión (es decir, la impresión de materiales biológicos en 3D) es el sector por el que apuestan ‘startups’ como Cocuus. Esta empresa desarrolla soluciones industriales para la producción de ‘mimetic food’, alimentos análogos de proteína vegetal o proteína animal de origen celular, mediante la robótica y la impresión láser 2D/3D.
Su valor diferencial, explica Patxi Larumbe, director comercial de la compañía, es la capacidad de producción a nivel industrial: «Cualquier tecnología que haga en diez minutos lo que la naturaleza hace en diez años va a resolver un problema. Ahí está el potencial para ayudar a las crisis alimentarias o promover la sostenibilidad», recalca. «Soluciones como las de Cocuus pueden complementar o potenciar el sector alimentario; queremos hacer lo que los ganaderos no pueden hacer».
Tras unos años de bonanza, la industria de la proteína alternativa ha empezado el 2023 con un reajuste significativo de su valor. «El sector estaba probablemente un poco inflacionado en cuanto a las expectativas», subraya Santiago Aliaga, de Zyrcular Foods. «Las valoraciones de muchas compañías han sufrido una bajada porque se ha producido una corrección, y aunque todavía hay vigor inversor es más selectivo y maximiza la premisa de invertir en soluciones que sean aplicables a diferentes compañías, y no solo una marca».
En España, uno de los retos para el crecimiento del emprendimiento ‘foodtech’ es la poca madurez del sector, opina Patxi Larumbe, de Cocuus. «Hay buenas ideas, pero hay pocos buenos empresarios. Para sacar adelante una compañía no solamente tienes que saber cómo hacer un proceso enzimático de fermentación, sino cómo relacionarte con los bancos, con los inversores, tener nociones de ‘marketing’…» explica, y resume: «Ingenio hay mucho; experiencia, poca».
La regulación también puede jugar un papel importante a la hora de impulsar el sector, señala Susana Sánchez, de MOA Foodtech. «La producción de alimentos requiere controles exhaustivos, pero es cierto que la regulación, sobre todo la europea, siempre va un poco por detrás de las innovaciones que ofrecen tanto ‘startups’ como centros de investigación», reflexiona.
Por su parte, Santiago Aliaga apunta a una iniciativa que podría dar un empujón definitivo al sector: la creación de un ‘sandbox foodtech’, al estilo del que ya existe en el ámbito ‘fintech’. «Tener un espacio controlado donde pueda concurrir toda la industria alimentaria para llevar a cabo pruebas industriales o semi industriales mitigaría los riesgos económicos de arranque en el sector», razona.
Pero una de las últimas fronteras del ‘foodtech’ puede ser la mentalidad y los hábitos de compra del usuario final. «La educación juega un papel protagonista. Es necesario que el comprador comprenda el papel que desempeñan los alimentos no sólo en su salud, sino en la del planeta», afirma Pep Sala, de Heura Foods. «Tenemos que hacer un esfuerzo de comunicación y divulgación, porque al consumidor le falta información para tomar una decisión», coincide Susana Sánchez. De la tierra a la mesa pasando por la innovación, nuestra forma de producir y entender los alimentos está a punto de cambiar para siempre.