El analfabetismo financiero y la falta de acceso a servicios bancarios afectan a gran parte de la población de Latinoamérica. Iniciativas que incluyen gamificación y servicios digitales muy sencillos e intuitivos son algunas de las propuestas para que las finanzas sean más inclusivas y estén al alcance de todos.
Casi un año después de que la pandemia estallara, ha quedado patente que el uso de servicios digitales ha sido un salvavidas para muchos sectores y para los usuarios de todo el mundo. En el caso del sector finanzas, se ha experimentado un aumento de descargas de aplicaciones financieras con tasas de crecimiento desde el 24% al 32% a nivel mundial, según el ‘VI Informe de inclusión financiera‘ de la Federación Latinoamericana de Bancos (FELABAN).
Sin embargo, dejando a un lado las populares aplicaciones móviles, el escenario latinoamericano presentaba un problema anterior al coronavirus: la falta de acceso a los servicios financieros, que afecta a la mitad de la población, como señala el informe de la OCDE ‘Estrategias nacionales de inclusión y educación financiera en América Latina y el Caribe: retos de implementación‘.
¿Cómo eliminar esa brecha, precisamente en un momento en que la disponibilidad de estos servicios es más esencial que nunca? De mano de la innovación abierta y de iniciativas ‘fintech‘ hay distintas soluciones digitales del ecosistema de BBVA Open Innovation cuyo objetivo es precisamente mejorar los niveles de inclusión financiera e igualar oportunidades.
La primera barrera que dificulta la inclusión financiera es el desconocimiento sobre el propio ecosistema y la falta de educación, según el V Informe de inclusión financiera de FELABAN. “El problema principal es el analfabetismo financiero. En algunos países llega hasta el 80%. Estos niveles son el principal muro para las personas en su acceso a estos servicios“, señala Víctor Morales, CEO de Alfi, ‘startup’ ganadora del Open BBVA Talent en 2019.
Su proyecto, que ya cuenta con aproximadamente 200.000 usuarios, apoya la educación financiera a través de la gamificación con tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y el ‘machine learning‘ o aprendizaje automático. “En Alfi empezamos a luchar contra el analfabetismo financiero tomando como base la toma de decisiones que hacen los usuarios dentro de un entorno gamificado, donde pueden jugar a ser un banquero o un inversor“, explica Morales.
Este proceso gamificado no debe quedarse en una simple observación de su comportamiento, sino que desde Alfi señalan la importancia de categorizar a los usuarios, algo vital para que ese método de gamificación sea personalizado y funcione. “Se han hecho muchos estudios sobre intentos de gamificación financiera, pero no siguieron adelante por no saber perfilar al usuario e impulsar su ‘engagement’”, señala Morales.
Además, para impulsar su utilidad, esa gamificación y las decisiones simuladas que se planteen deben basarse en datos reales. “En el camino se van dando cuenta de que esas decisiones están realizadas con información real”, señala Morales, algo que luego les ayudará también a saber desenvolverse mejor en la vida diaria.
Además del analfabetismo, la segunda barrera de la inclusión financiera está en la forma en que se presentan los propios servicios, que a veces no son sencillos de entender. “Para mí el reto real en la inclusión financiera está en el nivel de uso de esos productos”, dice Nicolás Rodríguez, Country Manager de la ‘startup’ mexicana Openpay, adquirida por BBVA en 2018.
Desde Openpay, que ofrece servicios de pagos ‘online’ y otras funcionalidades para comercios, plantean una experiencia intuitiva que facilite el proceso de compra. “Con nuestros usuarios promovemos la creación experiencias muy limpias y sencillas, para que no se pierdan en el proceso de selección de un servicio o de un producto”, indica Rodríguez.
Un diseño que, además debe de estar actualizado y rediseñarse en base al ‘feedback‘ de los usuarios. Desde Openpay lo tienen en cuenta: “Todas sus solicitudes son recogidas y las organizamos para priorizar y ver cuáles pueden ser entregadas a la mayoría posible de nuestros clientes y generar un impacto positivo en su experiencia de usuario”.
Pero por muy intuitivo y sencillo que sea el proceso de compra, si no hay seguridad será imposible generar una confianza que eleve los niveles de uso. “A través de las certificaciones como PSI (nivel I) e ISO 27001 es posible almacenar datos de tarjetas de forma segura, lo que se conoce como ‘card on file‘, y así poder ofrecer experiencias más sencillas en el proceso de compra”, señala el experto.
Los comercios también tienen un papel importante dentro de la inclusión financiera, ya que son un motor de incorporación para servicios digitales. Para ellos, un diseño ‘user friendly‘ es también determinante a la hora de garantizar sus procesos operativos. Desde Openpay ofrecen herramientas basadas en tecnología ‘big data‘, como ‘dashboards‘, que permiten a los comercios consultar en tiempo real todas sus ventas desde cualquier dispositivo. Una visibilidad que ayuda al negocio y a los usuarios.
Para que otras iniciativas se hagan realidad en el futuro es importante el desarrollo de un ecosistema colaborativo tanto público como privado que garantice su creación y puesta en marcha.
Desde el sector público, en Latinoamérica se están ofreciendo subsidios gubernamentales que han potenciado el acceso al sistema bancario digital, especialmente durante la pandemia. “La coyuntura ha provocado que los gobiernos y bancos tomen de vital importancia la bancarización desde ese producto mínimo, una cuenta bancaria”, indica Morales. Iniciativas como el programa Coronavoucher (Brasil), el Ingreso Solidario (Colombia) y el Ingreso Familiar de Emergencia (Argentina) ofrecían ayudas si los usuarios tenían abierta una cuenta bancaria.
Las entidades financieras privadas también buscan aunar esfuerzos por la educación financiera. BBVA, en su propósito por facilitar la inversión financiera a todos los emprendedores de la región que disponen de pocos recursos, ha creado la Fundación Microfinanzas de BBVA que ya ha entregado a más de cinco millones de emprendedores un volumen de créditos de más de 14.500 millones de dólares (unos 12.000 millones de euros).
Ahora más que nunca es necesaria la creación de ese ecosistema de inclusión, colaborativo y abierto, que fomente la alfabetización financiera y la igualdad de oportunidades en el acceso a las herramientas financieras digitales.