Los Objetivos de Desarrollo Sostenible instan a ser sostenibles social, económica y ambientalmente. Para ello no basta con reciclar, hay que incrustar esta filosofía sostenible en el corazón de las empresas y ‘startups’, motores de cambio con poder para transformar la sociedad en una más igualitaria y ecológica
Con 2020 no solo se cierra un año atípico que recordaremos el resto de nuestra vida, también se resta uno en el contador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, planteados en 2015 y que marcan una guía de trabajo global con horizonte 2030. En 2021 quedarán diez años por delante para trabajar en esas metas de sostenibilidad que abarcan las esferas social, económica y ambiental.
Los dos primeros adjetivos son los grandes olvidados cuando la palabra sostenibilidad sale a la palestra; tendemos a pensar solamente en verde cuando hablamos de ella. Pero las empresas están adquiriendo cada vez más estos tintes sostenibles para generar impacto positivo tanto en el planeta como en la sociedad en su totalidad. La pandemia parece haber sido la llamada de atención definitiva para replantearnos el futuro.
Durante el parón ocasionado por la COVID-19, el planeta respiró y la sociedad reflexionó. El frenético nivel de vida, la globalización y el consumo desenfrenado nos impedían mirar más allá en el día a día. Las empresas también se vieron obligadas a parar y a replantear sus procesos.
“Esta sacudida tan importante es un buen momento para que el ser humano haga una gran reflexión. Nuestra escala de valores y necesidades se está poniendo sobre la mesa”, cree Irma Beatriz Acosta, líder de Empresa Responsable en BBVA México.
Sobre la mesa también hay cifras que nos obligan a no echar la vista a un lado. Más de dos tercios de la población mundial vive en países donde la desigualdad ha crecido, el 1% más rico de la población tiene cada vez más dinero y el 40% más pobre obtiene menos de un 25% de los ingresos, según el ‘Informe Social Mundial 2020: la desigualdad en un mundo en rápida transformación‘ de la ONU.
En cuanto al medioambiente, “sabemos que en torno al 30% de la superficie del planeta está transformada o severamente degradada por culpa de nuestra manera de relacionarnos con el ecosistema. Además, la Organización Mundial de la Salud estima que 150 millones de personas se verán obligadas a desplazarse por cuestiones ambientales”, indica Sandra Magro, socia fundadora de la ‘startup’ Creando Redes.
Ambas expertas participaron en el pasado BBVA Open Talks global ‘Sostenibilidad para un cambio de época‘, en el que junto a otros expertos abordaron este gran reto global. Magro lo resumía así: “La sostenibilidad debe convertirse en la nueva normalidad”.
En su origen, las empresas surgieron para responder a las necesidades de la población y resolver problemas. Por ejemplo, construir una carretera para facilitar la movilidad era un bien social. Con el tiempo, esto ha ido adquiriendo un enfoque muchísimo más centrado en el retorno económico.
“Las empresas son poseedoras de la riqueza del mundo y tienen un poder tractor importante, son agentes de cambio que pueden crear una revolución en nuestra sociedad tal y como la entendemos”, señala Leire Vega, responsable de comunicación de Unltdspain, una iniciativa que impulsa proyectos de impacto social y sostenibles económicamente, y que participó en el InnovaHome Festival de BBVA Open Innovation.
Según Acosta, “un negocio responsable es aquel que se preocupa por cuidar y tener equilibrados los aspectos medioambiental, social y económico”. Pero no basta con reciclar, reutilizar y hacer ciertas acciones puntuales. Para ser sostenible socialmente “debe abarcar todos los ámbitos de la empresa: la gobernanza, las actividades que realizas, cómo tratas a tus empleados y el impacto que generas en tu comunidad”, señala Vega.
Por ejemplo, si eres una ‘startup’ del sector de la moda, puedes empezar por tener en cuenta “qué proveedores estás utilizando, si están recibiendo un trato justo, de dónde vienen los materiales, qué servicio de transporte estás usando para las compras ‘online’ y si tu embalaje es sostenible”.
La experta añade que para “generar impacto social tiene que formar parte de manera intrínseca de la actividad de la compañía, algo que no está reñido con el beneficio económico”. En resumen: “La revolución llegará cuando incluyan la sostenibilidad en su modelo de negocio y tengan nuevas líneas de negocio relacionadas con impacto social y medioambiental”.
Además de la situación medioambiental crítica de la que partíamos, la pandemia ha incrementado las desigualdades sociales y económicas. ¿Por dónde empezar entonces? Magro de Creando Redes recordó durante el BBVA Open Talks que una manera de representar los ODS es en forma de pirámide: la base la forman los objetivos relacionados con la protección de la biosfera, en la parte central se encuentran los que se refieren al ámbito social y en la cúspide se dibuja la economía.
“Europa está enfocada en la taxonomía climática, pero en países en desarrollo como en América Latina, donde hay altos niveles de pobreza y necesidades básicas, lo que más urge es la taxonomía social”, explica Acosta.
Para ello, la experta apuesta por la tecnología como herramienta para impulsar el desarrollo de las personas. “Hay gente con bajos ingresos a la que puedes ofrecer educación financiera o servicios para transferir dinero sin comisión con el móvil, y en estas iniciativas pueden aportar muchísimo las ‘fintech’”, señala. Desde BBVA, proyectos como BBVA Momentum también ponen el foco en apoyar el emprendimiento social.
Para Acosta la tecnología puede unir todos los empeños por la sostenibilidad: “Una ONG llevó paneles solares a comunidades en Guerrero [México] que jamás habían tenido luz eléctrica. Es un proyecto que incluye innovación, eficiencia energética, impacto social y medioambiental”.
Las empresas evolucionan a la par que lo hace la sociedad, que tiene el poder de dar el empujón definitivo a la transformación del ecosistema. “No vamos a tardar muchas generaciones en ver que es el propio mercado quien va a exigir que las compañías sean sostenibles y generen impacto social. Ya hay muchos consumidores que prefieren comprar en empresas con estos valores si pueden permitírselo “, indica Vega de Unltdspain.
Para afianzar esto de cara al cliente, y también de cara a los inversores, es importante medir el impacto de tus acciones. “Hay empresas que solo llevan a cabo un par de iniciativas sostenibles y parece que el impacto negativo se diluye. La mejor manera de garantizar la sostenibilidad es que las empresas que sí lo están haciendo bien puedan demostrarlo con un indicador”, apostilla Vega. Parece que “vamos por el buen camino y esta tendencia va a crecer. Las empresas, o bien van a creer en ello, o no les va a quedar otra que hacerlo”.
Magro también es optimista: “Las cosas que nos están pasando son un acicate. Si conseguimos unir todos los puntos correctamente podremos ver el dibujo completo. Tenemos diez años por delante para darle la vuelta a la tortilla y creo que lo vamos a conseguir”.