Las mujeres representan tan solo un 27% de los emprendedores de América Latina. Con motivo del Día de la Mujer, tres emprendedoras latinoamericanas y una inversora comparten con BBVA Spark sus experiencias y las barreras que se han encontrado, además de posibles soluciones y recomendaciones para que cada vez las mujeres tengan más protagonismo en el ecosistema emprendedor.
La desigualdad sigue siendo uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan las mujeres en todo el planeta, también en América Latina. Según el Global Gender Gap Index que publica el World Economic Forum, la paridad entre hombres y mujeres en América Latina se sitúa en un 74,3%, por detrás de Europa y Norteamérica. La organización internacional también calcula que tendrán que pasar 53 años para que la región alcance la completa igualdad, si bien destaca que es la región donde se ha experimentado un mayor progreso en los últimos años.
Esta desigualdad de género también se refleja en el ecosistema emprendedor. De acuerdo con el con el último informe ‘GEM 22/23 Women’s entrepreneurship report’, la tasa de creación de nuevas empresas de las mujeres en América Latina y el Caribe es de un 21,2%, un porcentaje bajo, pero superior al de otras regiones debido a que «la actividad de las pequeñas empresas es una actividad característica de la economía» en los países de bajos ingresos según el documento. Además, en el ecosistema emprendedor latinoamericano, tan solo el 27% de los emprendedores son mujeres, tal y como refleja el último Mapa del Emprendimiento de South Summit.
«Las mujeres no tienen una posición tan privilegiada«, resume Marcela Valencia, Business Innovation & Strategy Discipline Manager de BBVA Spark en Colombia. Para esta experta, la inequidad surge de dos factores: el acceso a la educación y la maternidad. «Los problemas de acceso a la educación crean un sesgo en la selección de profesiones que podrían desarrollar las mujeres», explica Valencia. «Por otro lado, el hecho de que la maternidad coincida con el punto álgido de la carrera profesional de una mujer provoca que los inversionistas tengan una tendencia a invertir menos en startups lideradas por mujeres».
Para Valencia, la solución para abordar estos problemas pasa por nuevas políticas públicas y una mejora del acceso de la mujer a la información, al capital y las ayudas, además de la visibilidad. «Tenemos que resaltar los ejemplos femeninos y mostrar el camino que llevan recorrido otras mujeres para que las niñas no piensen que es imposible llegar ahí». Con motivo del Día de la Mujer que se celebra este 8 de marzo, BBVA Spark ha hablado con algunas de las muchas mujeres que impulsan el ecosistema emprendedor latinoamericano y sirven de referente para otras.
En 2023, la inversión de capital riesgo en América Latina alcanzó los 3.400 millones de dólares (3.100 millones de euros), según Dealroom. La cifra, que desciende en un 60% con respecto a los datos de 2022, pone fin a varios años de crecimiento. A pesar de esta caída, los expertos coinciden: el panorama futuro es prometedor. «La región de América Latina es una gran oportunidad para emprender hoy en día», afirma Jimena Pardo, cofundadora y ‘managing partner’ del fondo de inversión Hi Ventures, con sede en México y enfocado en la inversión en startups latinoamericanas. «No solo hay infraestructura y talento para emprender, sino que tenemos muchas necesidades a resolver como oportunidad de negocio».
Sobre el papel de la mujer, esta experta considera que su participación es «baja y desigual» y que todavía hay «mucho camino que recorrer» en materia de igualdad en la región. Para lograrlo, pone el foco en los actores masculinos del ecosistema. «Hay que empezar a cuestionar a nuestros colegas», conmina.
Su valoración del ecosistema emprendedor latinoamericano coincide con la de Verónica Crisafulli, CEO y fundadora de MO Credit Management Platform, una plataforma de gestión de créditos colombiana con la que instituciones y empresas pueden mejorar la gestión de sus productos financieros: «El panorama es prometedor, pero las mujeres pueden enfrentar desafíos adicionales«, afirma.
Crisafulli habla por experiencia: ha vivido situaciones donde ha percibido un trato discriminatorio. Este obstáculo, lejos de amedrentarla, logró fortalecer su determinación. «La clave fue la resiliencia y la habilidad para aprender y adaptarse«, señala. Esta emprendedora defiende que es necesario un compromiso para brindar más oportunidades a las mujeres tanto en la región en particular como en el ecosistema emprendedor en general. «La equidad de género es esencial para un ecosistema vibrante y se necesitan más esfuerzos para fomentar la participación femenina», afirma.
En la región hay muchas otras emprendedoras que, como Crisafulli, han fundado con éxito sus negocios y pueden servir de ejemplo para otras mujeres. Es el caso de Ángela Acosta, fundadora de Morado, una aplicación colombiana que aspira a digitalizar las empresas del sector de la belleza y proporcionar independencia económica a las profesionales de esta industria.
«Siempre supe que quería construir tecnología en una industria en la cual impactáramos a otras mujeres», explica. «La idea de la empresa surge de la necesidad de hacer crecer sus negocios que existe entre las dueñas de empresas de belleza de barrio». Aunque considera que aún hay camino por recorrer y es necesario reforzar la inversión en startups fundadas por mujeres, se muestra optimista. «Hoy somos más que ayer y menos que mañana«, apunta.
Laura Velásquez es parte de esa suma: ha cofundado y preside Arkangel AI, una startup colombiana que ha desarrollado una aplicación de inteligencia artificial para detectar enfermedades tempranamente. La creó después de que varios miembros de su familia y de su socio, José Zea, falleciesen a causa de un diagnóstico tardío.
«Se volvió como un motor para mí para construir la empresa«, afirma. En el transcurso de su aventura emprendedora, Velázquez admite haber tenido que enfrentarse a varios retos, tanto por su necesidad de formarse en materias como la salud, la tecnología, la inteligencia artificial o el propio ecosistema emprendedor, como por su condición de mujer. «Tuve que entender no solo el ‘core’ del negocio, sino también la industria, el funcionamiento de este mundo y las barreras que hay», detalla. «Como mujer, pasé por muchos momentos difíciles que me hicieron sentir insegura: al inicio, cuando buscábamos inversión, nos decían que no por ser yo mujer».
Esta emprendedora considera que la clave para sobrellevar los retos estaba en defender su propia profesionalidad. «Entendí que eso no estaba en mi cabeza, sino en la de otros, y que yo puedo crear y construir mi propio camino«, sentencia.
Nadia Pfeiffer, cofundadora de SEOS Energy, startup colombiana que proporciona financiación para impulsar la energía solar; Paz Álvarez, CEO de ZabiaBIO, startup biotecnológica argentina que aplica la inteligencia artificial para aumentar la tolerancia a la sequía de los cultivos; o Giovanna Abramo y Lorena Ostos, cofundadoras de Plenna, un proyecto ‘femtech’ mexicano que ofrece servicios de salud integral para las mujeres, son algunas de las muchas otras emprendedoras que impulsan sus proyectos en América Latina.
De cara a las mujeres que plantean iniciarse en esta aventura, la confundadora de Arkangel AI resalta la importancia de mantener una mentalidad de crecimiento, innovación y resiliencia. «Necesitamos creer que podemos alcanzar lo que queremos», defiende. Un consejo que entronca con las recomendaciones de Ángela Acosta, de Morado, quien recomienda reforzar la seguridad en sí mismas y «no sentirse menos por ser mujer»: «Hay que compararse con el mejor y querer ser el mejor, sin importar si se es hombre o mujer«.
Más allá de la mentalidad, Verónica Crisafulli, de MO Credit Management Platform, recomienda tener perseverancia y tejer conexiones. «Es crucial que sepan que sí se puede y que hay mujeres como yo que pueden ser su red de apoyo», afirma. El acompañamiento y el ejemplo de estas y otras emprendedoras del ecosistema emprendedor latinoamericano demuestran que, pese a los baches en el camino y las necesidades de apoyo, las mujeres latinoamericanas están creando sus propios negocios y constituyen un ejemplo en la senda de muchas otras.