Las voces femeninas en carreras científicas o tecnológicas cada vez se escuchan con más fuerza. Esta tendencia ha llevado además a que muchas de ellas emprendan en proyectos innovadores en distintos sectores. Sin embargo, para las mujeres STEMpreneur todavía existen desafíos que deben ser resueltos, como la financiación.
¿Es habitual dar el salto del mundo académico al emprendedor en carreras científicas y tecnológicas? ¿Qué pasa concretamente en el caso de las mujeres? Para buscar correlaciones y sinergias, hay que mirar a los datos.
Según el informe ‘Empleo IT y Mujer‘, en España tan solo el 12% de las mujeres cursan carreras STEM, acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Otro dato revelador: el ‘Informe del emprendimiento digital femenino‘ señala que únicamente un 14% de los españoles que han creado una ‘startup’ son mujeres.
Queda mucho camino por recorrer, pero hay una tendencia al alza. En 2017, Impulse4Women, detectó en España 150 mujeres emprendedoras de ‘startups’, mientras que ahora ya están mapeadas más de 500. Este crecimiento supone un impulso de la fuerza laboral de las mujeres en STEM, que, según la American Association of University Women, tan solo representa el 28% a nivel mundial.
A pesar de las conclusiones que se pueden extraer de esas cifras, el número de mujeres especializadas en áreas como la tecnología, la ingeniería o las matemáticas que deciden emprender se encuentra al alza. Ellas abren un horizonte esperanzador e ilusionante.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, colocar el foco sobre aquellas mujeres con titulaciones STEM que deciden emprender para liderar servicios y soluciones innovadoras es clave.
«En una carrera científica no solo desarrollas habilidades técnicas, sino que fomentas otras muchas capacidades como el pensamiento crítico, la creatividad, la planificación y la estrategia, la comunicación y la perseverancia. Todas estas habilidades pueden traducirse en éxito, tanto en la ciencia como en un negocio», explica Andere Basterretxea, CEO y cofundadora de Polykey, empresa que se define como proveedora de soluciones en la química de polímeros para un futuro sostenible.
Mujeres como Basterretxea dan forma a un nuevo concepto conocido como STEMpreneur, emprendedores que dan el salto desde formaciones en tecnología y otras ciencias para desarrollar sus propios proyectos. Exploramos cómo se puede dar ese paso, las oportunidades que abren las carreras STEM para reducir la brecha de género y a qué desafíos se enfrentan aquellas mujeres que estudian y emprenden desde estos campos.
Ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería son materias esenciales en la transformación digital que se vive en nuestros días. Amanda Garci, Senior Data Scientist en BBVA AI Factory, considera que la confianza es fundamental para derribar las barreras de acceso y ser consciente de que «tienes las capacidades para estar ahí».
Pero, además, estudiar en áreas STEM supone contar con una base sólida para adentrarse en el camino del emprendimiento, ya que se adquieren los conocimientos técnicos necesarios para desplegar cualquier idea.
«Aquella persona que esté en STEM tiene una gran parte del proyecto desarrollado. En la creación de una ‘startup’ en el mundo tecnológico la parte técnica es clave. Para un equipo emprendedor, que exista una parte que controle esta área es vital», afirma Taryn Andersen, CEO y cofundadora de Impulse4Women, plataforma que conecta proyectos de mujeres con inversores y acompaña en toda la línea de vida de la ‘startup’.
Cristina Aleixendri, ingeniera aeronáutica, cofundó en el año 2014 bound4blue. «Yo de pequeña iba para médico», asegura. Sin embargo, apostó por tomar otro camino tras hablar con una profesora que le mostró la posibilidad de tener un impacto positivo en el mundo y la sociedad a través de una ingeniería.
Se interesó por el sector marítimo, responsable del transporte del 80% de la carga mundial, por lo que la descarbonización de este sector es vital. En bound4blue han ideado un sistema de velas rígidas para buques que facilitan la reducción del empuje de su motor principal y, por lo tanto, la disminución del gasto de combustible y niveles de emisiones contaminantes. «Teníamos la solución y no podía quedarse en un cajón para irme a un sitio más seguro», explica Aleixendri.
Por su parte, Andere Basterretxea decidió emprender junto a su compañera Coralie Jehanno y sus directores de tesis doctorales para dirigir la química de los polímeros hacia un futuro más sostenible. A través de Polykey desarrollan tecnologías innovadoras para la producción y reciclaje de plástico que cumplen con varias de las necesidades actuales de la industria, en términos de sostenibilidad. «El emprendimiento es uno de los caminos que se puede tomar, pero tampoco es el único. Si surge la idea o la oportunidad se pueden emplear las competencias que se han desarrollado durante su especialización en STEM. Una carrera profesional científica es un continuo aprendizaje, y el emprendimiento también lo es», afirma Basterretxea.
Foto: Cristina Aleixendri, cofundadora de bound4blue.
Si el camino del emprendimiento no es sencillo, las principales responsables de bound4blue e Impulse4Women coinciden en señalar la financiación como una de las principales barreras que se encuentran para desarrollar sus proyectos.
Cristina Aleixendri de bound4blue, presente en el informe ‘Mujeres Referentes del Emprendimiento Innovador en España‘, señala esto como un hándicap importante e indica que «no es lo mismo que vaya un compañero a que vaya yo». Y añade: «Cuando yo, como mujer, me planto delante de un inversor las preguntas son totalmente diferentes a las que recibe mi compañero».
Hay experiencias diversas, pero varias coinciden en la dificultad. «A la mujer le cuesta mucho más acercarse al mundo inversor. Cuando lo hace tarda mucho más tiempo porque necesita hacer frente a una serie de condicionantes, como sentirse segura y tener la certeza de que va a poder resolver todas las preguntas que se planteen ante el inversor», explica por su parte Taryn Andersen de Impulse4Women.
Sin embargo, Andersen, que también es directora de Telegraph Hill Capital desde el año 2016, asegura que a un inversor no le importa el género: «Lo que hace un inversor es mirar el proyecto; cuál es el problema que está resolviendo y cómo vas a generar el capital para incorporarlo y desarrollarlo. Lo que nos gusta saber es el modelo de negocio, cuál es tu propuesta de valor».
Además de la financiación, la ausencia de referentes tampoco ayuda a promover el acceso de mujeres a áreas STEM y motivar su emprendimiento. Para la cofundadora de Polykey, visibilizar el éxito de mujeres en el sector, así como normalizar los posibles casos de fracaso previos a ese éxito, con el aprendizaje que ello conlleva, es igual de importante.
Ejemplos no faltan. Nombres como Ana Maiques, CEO de Neuroelectrics, Eva Díaz, directora de Appogeo Digital o Neus Sabaté, premio de Física de la Real Sociedad Española, se han consolidado como grandes referentes que ya dejan una huella imborrable a través de sus proyectos e investigaciones.
Foto: Andere Basterretxea y Coralie Jehanno, cofundadoras de Polykey.
La apuesta por promover las áreas STEM entre las mujeres se alza como un elemento especialmente relevante, que tiene también visibilidad en días como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la ciencia, que se celebra cada 11 de febrero. Para Amanda Garci de BBVA AI Factory adentrarse en estos campos es «una de las cosas más bonitas que se pueden hacer». Garci es ingeniera de telecomunicaciones y cuenta con un posgrado en fundamentos matemáticos.
La formación y desempeño de mujeres en estos campos ayuda a reducir la brecha de género. «Si nos quedamos atrás en esto tendremos un poder adquisitivo menor y seremos más dependientes o estudiaremos menos, por lo que formas una sociedad descompensada. La diversidad de género es buena para que seamos más equilibrados como sociedad», asegura esta profesional. En BBVA, el 53% de los empleados a nivel mundial son mujeres.
La representación de las mujeres en tecnología y ciencia también es primordial para evitar discriminaciones, como las que se producen a través de tecnologías como el reconocimiento facial, que funciona mejor en hombres que en mujeres, o para promover investigaciones con perspectiva de género.
Los pasos en esta dirección son necesarios, pero la semilla para alcanzar un futuro realmente igualitario comienza a germinar. «Cuando me invitan a colegios a dar una charla, cada vez veo más niñas y chicas interesadas en estudiar ingenierías», señala Cristina Aleixendri. Garci, por su parte, apunta el «cambio increíble» que ha habido desde que era pequeña: «En el mundo laboral en general y en STEM en particular queda camino por recorrer, pero las mujeres ya estamos mejor representadas».
Voces y experiencias como las suyas son una parte esencial para superar cifras como las que señalan los estudios actuales. Sin embargo, la educación y la comunicación no son la única forma en la que avanzar en esta dirección. Estados, empresas y sociedad deben remar juntos para que las mujeres STEM y emprendedoras dejen de ser la excepción para pasar a ser la norma.