¿Cómo nos influyen los espacios en los que pasamos gran parte del día a día? La cuestión ha impulsado la reflexión de ‘startups’ y profesionales, preocupados por mejorar sus zonas de trabajo para desarrollar sus capacidades al máximo. En este contexto ha cobrado fuerza la neuroarquitectura, una disciplina que invita a mejorar nuestra relación con el entorno y que ha protagonizado la última ‘masterclass‘ de BBVA Open Innovation.
Los salones se convirtieron en parques infantiles, las cocinas en salas para tomarse un respiro junto a una taza de café y las habitaciones en despachos improvisados. La crisis del coronavirus replanteó los negocios y las viviendas e invitó a reflexionar sobre si los lugares en los que vivimos son los idóneos, en un escenario donde el teletrabajo ha ganado terreno y donde pasamos mucho tiempo conectados a nuestros dispositivos.
Sin embargo, se estima que solo el 41,5% de las viviendas españolas están adecuadas para trabajar en ellas, según señala un informe de Randstad Research. Esta cifra deja entrever una preocupación compartida por los profesionales y sus empresas cada vez más: cómo construir lugares más saludables que mejoren el bienestar y rendimiento. La neuroarquitectura, una disciplina que analiza cómo las personas responden cognitiva y emocionalmente al entorno con el fin de favorecer la memoria, aumentar la productividad y evitar el estrés, es uno de los pilares para conseguirlo.
«Pasamos alrededor de un 90% de nuestras vidas en espacios construidos y nuestras experiencias dependen en gran medida del lugar en el que se producen», afirma Rita Gasalla, presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) y CEO de Galöw Arquitectura Saludable. «La arquitectura saludable mejora la imagen y reputación de una marca, reduce costes, atrae talento y genera compromiso entre empleados y clientes». De esta forma, la neuroarquitectura permite aumentar la rentabilidad de los negocios.
¿Pero cómo es posible diseñar y reformular los lugares que habitamos con base en la arquitectura saludable? Como respuesta a esta cuestión, Clara Molero, investigadora sobre neuroarquitectura, y José Valverde, fundador y gerente de Valgreen E-COvivienda, expusieron en la última BBVA Innovation Masterclass las líneas maestras para que cualquier ‘startup’ o profesional mejore sus espacios de trabajo:
En BBVA también se aplica la neuroarquitectura en las zonas verdes de las terrazas de Torre BBVA, en Ciudad de México, los jardines de Pendik Campus, en Estambul, así como en la Ciudad BBVA, en Madrid. Precisamente, en esta última localización se encuentra ‘La Vela‘, construcción que ofrece iluminación natural en todos los puestos de trabajo gracias a la forma del edificio. «La horizontalidad de los edificios y la implantación del Open Space [espacios abiertos], así como la peculiaridad de las calles provistas de jardines y fuentes, hacen de la Ciudad BBVA un lugar mejor para trabajar», señala Alberto Agustín, Discipline Senior Manager de gestión de espacios y servicios al empleado en BBVA.
Además, la neuroarquitectura ya está presente en la evolución de las oficinas del Grupo BBVA, avanza Agustín, bajo algunos de los principios que nutren esta corriente. Entre ellos, iluminación, vegetación, variedad de acabados y combinación de diferentes alturas en interiores: los techos bajos aportan sensación de protección, mientras que los altos estimulan la creatividad.
Orientar los edificios hacia la sostenibilidad y aprovechar las ventajas de la tecnología para acondicionarlos son otras dos claves de la neuroarquitectura. En este sentido, José Valverde, de Valgreen E-COvivienda, defiende la integración de placas fotovoltaicas y mayores aislamientos que protejan a los edificios del frío o el calor. Suponen un ahorro y contribuyen a la transición energética.
De hecho, BBVA ha disminuido su huella de carbono en un 58% desde el año 2015 hasta 2021 gracias a «la instalación de paneles fotovoltaicos y cargadores para coches eléctricos, la promoción del consumo de productos de proximidad y la donación de excedentes en nuestros comedores», detalla Alberto Agustín. En la Ciudad BBVA, la entidad ha lanzado una prueba piloto en 2022 para testar nuevas funcionalidades de la tecnología con la incorporación de pantallas táctiles, pizarras interactivas y nuevos equipos de videoconferencia adaptados a todas las plataformas.
La tecnología también puede servir para planificar mejor los espacios. Rita Gasalla, del Observatorio de Arquitectura Saludable, afirma que la realidad virtual y el metaverso serán «recursos valiosos» para diseñar espacios siguiendo los principios de esta nueva corriente arquitectónica.
La neuroarquitectura ya no es un elemento ajeno a las organizaciones y su implementación puede suponer un pilar para el éxito de las compañías. Así lo sentencia Gasalla: «Si queremos que nuestros empleados aporten ideas y soluciones a su empresa, es importante diseñar los espacios que ocupan aplicando los criterios de la neuroarquitectura y la arquitectura saludable. El bienestar de las personas es directamente proporcional a su productividad».