El presupuesto empresarial es una herramienta básica para gestionar los recursos y perspectivas de crecimiento de un negocio, contribuyendo a reducir la incertidumbre y el riesgo. Ya sea a medio o largo plazo, para una compañía de gran tamaño o para una startup, será un pilar fundamental de su estrategia a futuro.
Una de las partes más importantes (y más difíciles) de la gestión de un negocio es la definición de objetivos realistas y medibles que permitan guiar las operaciones de la empresa hacia la rentabilidad a largo plazo. La mala planificación financiera es uno de los errores más comunes que cometen los emprendedores, junto a un exceso de optimismo a la hora de estimar el alcance de su proyecto.
Para hacer frente a estos problemas, los emprendedores disponen de una herramienta de gestión y planificación tan tradicional como imprescindible: el presupuesto empresarial, que permite establecer proyecciones de crecimiento, conseguir visibilidad sobre los recursos y la liquidez de la empresa, y cuantificar las metas de la estrategia de crecimiento del negocio.
El presupuesto es un pilar fundamental de la contabilidad empresarial. En pocas palabras, estima y detalla los ingresos, gastos, operaciones y recursos de un negocio en un período determinado, atendiendo a sus objetivos estratégicos expresados en métricas medibles. Así, permite transformar el plan a futuro de una empresa en cifras concretas y accionables, calcular los recursos necesarios para alcanzarlos, y estimar los beneficios que podrá obtener a cambio.
Un presupuesto adecuadamente elaborado:
Bien estructurado, detallado y calculado, el presupuesto empresarial ayudará a organizar la actividad del negocio, detectar y solventar posibles desviaciones, y maximizar el margen de beneficio.
Podemos distinguir entre varios tipos de presupuestos empresariales en función del tiempo planeado para su ejecución, de si afectan a toda la empresa o son específicos de algún departamento u operación concreta.
El alcance temporal de un presupuesto vendrá determinado por las metas de negocio que lo guíen. Así, podemos diferenciar:
No obstante, es estratégico para la supervivencia de la compañía concebir los presupuestos y metas a un plazo más corto como pasos intermedios para la consecución de los objetivos a más largo plazo.
Todas las empresas deben contar con un presupuesto general o maestro, que podrá ser desglosado en otros aplicables a las distintas áreas de negocio.
La principal razón de ser de un presupuesto es asegurar la viabilidad económica de un proyecto, y así su supervivencia. Por ello, un presupuesto empresarial sirve para:
Una vez se haya determinado qué tipo de presupuesto empresarial se quiere elaborar y qué objetivos persigue, es necesario reunir una serie de datos clave y organizarlos de manera clara y estructurada.
Las estimaciones del presupuesto, como señalábamos al principio, deben estar bien fundamentadas y ser razonablemente fiables, así como lo más precisas posible. Para ello, pueden apoyarse en un análisis financiero en profundidad que garantice la máxima visibilidad sobre el estado de las finanzas de la empresa.
Las empresas con cierto tiempo de vida deben atender a su histórico de resultados, revisando presupuestos anteriores para detectar posibles errores y ámbitos de mejora, así como para estimar mejor los costes y la rentabilidad de sus servicios o productos. Además, tanto las compañías más jóvenes como las más longevas se beneficiarán de considerar información externa como estudios de mercado, datos de otras empresas y factores macroeconómicos.
Tanto para la elaboración del presupuesto como para su cumplimiento, determinados factores como apoyarse en las ventajas de la tecnología o la cooperación transversal dentro de la empresa marcarán la diferencia.
Información, planificación y previsión son activos fundamentales para cuidar la salud financiera de una empresa. Contar con un presupuesto empresarial bien estructurado ayudará a los emprendedores a organizar sus recursos de la mejor manera posible, identificar prioridades y riesgos, y cumplir con sus obligaciones de pagos al tiempo que cuidan su flujo de caja y su ‘working capital’ para hacer crecer la empresa.