La irrupción de la pandemia ha acelerado aún más la renovación de un sector que ya se enfrentaba a muchos retos. Tecnología, innovación y una mirada verde e inclusiva marcarán la hoja de ruta para este viaje al turismo del futuro.
Destinos que se habían convertido en parques temáticos, turismofobia y gentrificación. Ni siquiera el Everest se libraba ya de las colas. Desde hace años, el sector turístico afronta retos relacionados con la eficiencia energética, el consumo de agua, la gestión de los residuos, la protección de la biodiversidad y la necesidad de que los beneficios económicos lleguen a las comunidades locales.
Varios retos para un sector que es uno de los principales motores económicos a nivel global: en 2019 daba trabajo a un 10% de la población mundial y 1 de cada 10 puestos de trabajo en el mundo estuvieron relacionados con él en el año 2019, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Ese año, más de 1.400 millones de turistas viajaron alrededor del mundo. Sin embargo, su modelo se hallaba en revisión incluso antes de la pandemia, tras el compromiso de diversos países con la Agenda 2030.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible han hecho un llamado a las empresas de todos los sectores para que los tengan en cuenta en sus inversiones y prácticas corporativas. “Un turismo no alineado con estos principios va a estar cuestionado por el propio mercado: ya no es solo necesario en el sentido ético”, apunta el doctor en geografía, experto en turismo y profesor de la Universidad de Girona José Antonio Donaire. En este sentido, la OMT señala un 64% de conexión entre sostenibilidad y competitividad. La innovación y la especialización regional inteligente son las principales herramientas para la hoja de ruta de la recuperación post- COVID y de la ineludible transición ecológica y digital del sector.
El turismo mundial registró su peor año en 2020, con una caída de las llegadas internacionales del 74%, según la OMT. “El sector turístico es bastante dinámico y tiene el mantra de la innovación claro desde hace tiempo, tanto en cuanto a productos como en experiencia del visitante”, explica el fundador de Emoturismo, David Mora. Por eso, la innovación tecnológica puede ser la lancha salvavidas para este varapalo del sector. Por ejemplo, Mora asegura que la digitalización aportará una mejor gestión y eficiencia en diversos ámbitos como el alojamiento, la intermediación o los guías turísticos.
“Es esencial poner en marcha sistemas de inteligencia turística y ‘big data’ que ayuden a los negocios e instituciones a tener una mejor percepción de la situación y a mejorar la toma de decisiones”, indica el experto. Estas herramientas permiten conocer qué actividades son más efectivas a través de un análisis continuo del contexto. En este sentido, Mora destaca la iniciativa Mabrian, una plataforma que ofrece estrategias para la elaboración de planes de fomento turístico basándose en datos.
Poniendo el foco en tecnologías, según la última edición del informe ‘Panorama del turismo internacional’ de la Organización Mundial del Turismo, la inteligencia artificial está transformando el sector permitiendo a las empresas la comprensión del viajero y sus necesidades, y ofrecer experiencias muy personalizadas, mejorando los rendimientos. Además, cada vez son más los destinos que miden el turismo en tiempo real para gestionar mejor los flujos de visitante.
“La innovación debe permitir la distribución de los visitantes en el territorio, por ejemplo, mediante avisos de que una playa se encuentra con sobreaforo, así como poner de acuerdo a individuos que quieran realizar un mismo desplazamiento: como un BlaBlaCar pero muy orientado a la práctica turística”, aclara el doctor en geografía, José Antonio Donaire. Así, la tecnología puede detectar “una demanda latente” y satisfacerla. Algo además propicio para la situación pandémica.
Si hablamos de turismo responsable, también hay que empezar por cuestionarse las utopías: ¿es posible lograr un turismo plenamente sostenible, es posible que lo consiga el propio viajero? Donaire señala que no, porque “cualquier turista, incluso el más concienciado, tiene dos problemas: un consumo de recursos por encima de la media de los residentes y, además, lleva la mochila del coste que conlleva el desplazamiento, lo que supone un estrés ambiental”.
¿Debemos entonces dejar de viajar? No, matiza, lo que debemos tener siempre en cuenta es que “nunca va a ser una actividad inocua”. En su opinión, a lo máximo que podemos aspirar es a un modelo “un poco menos insostenible”. Para ello, subraya la necesidad de reducir la huella hídrica, el consumo de energía y tratar de priorizar productos de kilómetro 0, pese a que lo decisivo será siempre modificar la manera en la que nos desplazamos. “El turismo moderno deberá priorizar el ferrocarril, ya que emite entre 20 y 40 veces menos de gases nocivos que el avión, el gran enemigo”, explica. Además, en cuanto a la realización de viajes que requieran un largo trayecto, propone distanciarlos en el tiempo, pero disfrutando de una estancia más larga.
Habiendo puesto los pies en el suelo, pero teniendo claro que la sostenibilidad siempre debe ser bandera, se mira hacia la innovación. Los servicios y soluciones innovadoras condicionarán la rentabilidad del sector en el corto y largo plazo, permitiendo aprovechar al máximo los recursos disponibles, como el tiempo y los espacios, además de asegurar la supervivencia de numerosas empresas y salvaguardar la diversidad natural y cultural.
En este sentido, Métrica 6, una de las ganadoras de la ‘Competición Global de las Start-up por los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, liderada por la OMT y el ‘hub’ de innovación Wakalua, en colaboración con empresas como BBVA, desarrolla soluciones innovadoras para el ahorro de agua, la mejora de la calidad del aire y la creación de espacios seguros. “Creamos comunidades sostenibles y resilientes a través de la mejora en la gestión de recursos naturales y el apoyo a la industria”, explica el CEO Eduardo Dueñas.
La ONU ha querido reconocer su tecnología NESS, que puede instalarse en viviendas, hoteles u apartamentos turísticos, y que evita el desperdicio de agua fría, con su consiguiente pérdida energética, al posibilitar que salga caliente desde que se abre el grifo. También permite cortar fugas, reciclar aguas grises y corregir comportamientos anómalos.
La iniciativa guatemalteca Étnica, otra ganadora de la ‘Competición Global de las Start-up por los Objetivos de Desarrollo Sostenible’, deja claro que existe otra manera de hacer las cosas. Su modelo no solo puede replicarse en otros países, sino que también ha sido aplaudido por la OMT. No es solo una empresa de viaje que vende experiencias, sino también una iniciativa social que se dedica a fomentar las oportunidades de trabajo en el área rural de Guatemala a través del turismo y comercio justo.
“Para mí el turismo responsable son las buenas prácticas que, a su vez, permiten distribuir los beneficios de manera equitativa y llegar a comunidades vulnerables que para poner a su disposición recursos y herramientas para que puedan progresar y promover su legado ancestral y cultural”, señala su fundador y director, Pablo Martínez, quien critica que la mayoría de las empresas turísticas guatemaltecas estén centralizadas y sus beneficios “solo den para algunos”.
Y no solo es sostenibilidad, también rentabilidad: a lo largo de las décadas, el carácter innovador del turismo ha permitido que se consolide como uno de los principales motores económicos globales. Andalucía Lab señala que apostar por la innovación turística en un negocio es más rentable, aporta valor añadido al cliente, permite ofrecer nuevas experiencias, diferenciarse de la competencia, fidelizar clientes y mejorar la valoración de la empresa.
Pero la innovación hay que pagarla y no siempre da resultados inmediatos. Las principales limitaciones actuales a la innovación entre las empresas turísticas son el acceso a la financiación, las dificultades para encontrar socios con los que cooperar para llevar a cabo soluciones transformadoras, el hecho de que el mercado se encuentre dominado por empresas establecidas y la falta de personal cualificado en el sector, señala el monográfico ‘Innovación turística y especialización inteligente en España’.
Sin embargo, las nuevas herramientas de financiación alternativa se presentan como el aliado perfecto al otorgar la rapidez y transparencia que requieren este tipo de negocios, explica el artículo ‘Digitalización de los sectores turístico y financiero’ de María Jesús Blanco. La digitalización del sector turístico y financiero dilucida numerosas sinergias entre ellos. “Créditos ‘online’, ‘crowdlending’ o innovadores sistemas de pagos son algunas de las múltiples vías de digitalización del sector financiero con aplicación práctica en el sector turístico”, expone el ‘paper’. Además, el sector ‘fintech ‘ puede ofrecer una amplia gama de soluciones a la gestión de divisas y pagos internacionales.
“Incluso es posible que en un medio plazo las criptomonedas sean aceptadas como medio de pago de viajes y vuelos”, apunta el fundador de Emoturismo, David Mora. Y es que el ‘blockchain’ puede tener diversas aplicaciones en el sector turístico como, por ejemplo, garantizar la seguridad en el ‘check-in’ y ‘check-out’ de un hotel.
Esta tecnología permite que la transferencia y almacenamiento de la información sea más fácil y segura, ya que la responsabilidad se comparte por toda una red, explica un artículo de ‘We Are Marketing’. También aumenta el nivel de confianza entre todos los usuarios respecto a los pagos en el extranjero: “Ya no sería necesario hacer cambios de divisas cuando viajamos a otro país y quedar sujetos, al mismo tiempo, a la fiabilidad o volatilidad de las mismas”, expone el artículo. Incluso sería útil para evitar el extravío de maletas y fidelizar clientes.
Fruto de la relación entre turismo y finanzas, se han desarrollado proyectos como ‘Big Data y Turismo’, encargado a BBVA Data Analytics y que permitió al gobierno de México conocer el comportamiento de 86 millones de usuarios de tarjetas bancarias nacionales y extranjeras. El objetivo era ayudar a diseñar políticas públicas que impulsasen “un crecimiento ordenado” de la actividad turística en México, un país en el que representa el 8,7% del PIB. Permitió caracterizar cuáles eran las compras habituales realizadas por los locales y cuáles las de los turistas, además de arrojar luz sobre los patrones de gasto de los visitantes nacionales con respecto a los extranjeros.
En el caso de España, la puesta en marcha de los Destinos Turísticos Inteligentes (DTI) sitúa la tecnología en el centro de la política turística. La Sociedad Mercantil Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (SEGITTUR) los define como lugares innovadores, consolidados sobre una infraestructura técnica de vanguardia, que garantizan el desarrollo sostenible del territorio y que facilitan la interacción e integración del visitante con el entorno, incrementando la calidad de su experiencia y mejora de la vida del residente.
“Frente a lo habitual que es tener métricas poco sofisticadas, el concepto de destino inteligente se mueve en la misma dirección que lo que propugna Naciones Unidas, teniendo en cuenta la esperanza de vida, la sanidad, la felicidad, la igualdad y no solo el PIB”, apunta el presidente de SEGITTUR, Enrique Martínez. Explica que se basan en cuatro categorías: innovación, sostenibilidad, tecnología y accesibilidad. Cada una de ellas, se divide en cuatro subcategorías y estas, a su vez, en 400 indicadores, lo que permite comparar unos destinos con otros y hacer unas políticas mucho más informadas. “Podemos ver qué falla en cada ámbito y elaborar un plan de acción mucho más efectivo”, explica.
Martínez insiste en que es un método que permite “aterrizar las palabras en la realidad” y que puedan transformarse en acción. “Es innovador porque supone salir del mero discurso y hacer las cosas de forma distinta”, subraya.
El Gobierno de España, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y SEGITTUR han anunciado este 2021 que colaborarán en exportar su ‘know how‘ en la construcción de Destinos Turísticos Inteligentes a América Latina y el Caribe. La idea es aplicar herramientas de diagnóstico tecnológico y difusión de conocimiento, además de elaborar planes de pre-inversión técnica para acelerar la digitalización de los destinos turísticos de la región. Río de Janeiro, en Brasil, será la primera ciudad del continente en participar en este proceso de transición.
“El progreso consiste en renovarse”, sentenciaba el filósofo Miguel de Unamuno. Con el ritmo esperanzador de vacunación actual, la actividad turística volverá a ser tan importante como antes y deberá retomar la transformación previa al coronavirus. Esos turistas que regresarán ofrecen inmensas cantidades de información cuando visitan un destino, y analizarla será fundamental para entender qué demandan y cómo ofrecerles valor añadido.
Pero para ello hay que tener la intención de encauzar el viaje hacia un futuro innovador. David Mora de Emoturismo compara al sector turístico con un trasatlántico cargado con numerosos bloques: “Cuesta mucho que vire el rumbo, pero hay que seguir en ello, sobre todo ayudando a aquellos territorios que tienen menos posibilidades de resetear su modelo turístico o cambiar radicalmente la tipología de sus empresas”. Y añade que quizás la pandemia facilite, precisamente, la tarea al haber aligerado el sector.
Con la Agenda 2030 como navegador, el turismo no debe olvidarse por el camino de los trabajadores, el medioambiente, las comunidades locales y el patrimonio natural y cultural. El desarrollo sostenible y justo del sector será siempre el destino principal.