Para expandir sus operaciones a otros mercados, aumentar su oferta de productos o mejorar su productividad para dar una mejor respuesta a la demanda del mercado. Las inversiones de capital, procesos por los que una empresa consigue fondos para adquirir activos, son operaciones imprescindibles para garantizar la continuidad y crecimiento tanto de las startups como de las grandes compañías. Conocer los distintos tipos de inversiones que existen y sus beneficios es clave a la hora de realizar estas operaciones.
Todas las empresas y startups que hay en el mercado necesitan recursos económicos para poder mantenerse y escalar dentro del ecosistema. Las inversiones de capital son procesos que permiten a las compañías conseguir estos recursos, pero para realizar estas operaciones de forma exitosa es imprescindible conocer tanto el estado financiero del negocio como las distintas estrategias que pueden desarrollarse.
Una inversión de capital consiste, básicamente, en inyectar fondos económicos a una empresa para impulsar su expansión o incrementar su productividad. Este tipo de operaciones son necesarias para garantizar la continuidad y el crecimiento de las compañías y, generalmente, se realizan a largo plazo: suelen emplearse para adquirir activos con un ciclo de vida de, como mínimo, un año. Dependiendo de la naturaleza de estos activos, estas inversiones pueden ser de dos tipos:
El capital puede ser aportado tanto por inversores externos, como ‘business angels‘ o fondos de inversión, como por el propio emprendedor a título particular o como empresa, que puede contraer una deuda o emplear su propio efectivo. Además, cuando una empresa sale a Bolsa, también obtiene recursos por la venta de sus propias acciones, por lo que empieza a contar con un gran número de inversores.
Estas operaciones permiten a las compañías mejorar sus productos y servicios y aumentar su competitividad en el mercado, obtener un beneficio económico y atraer a nuevos inversores, siempre y cuando se gestionen correctamente. A corto plazo, no obstante, pueden afectar a la rentabilidad del negocio, especialmente si van acompañadas de gastos operativos adicionales, y a su liquidez, en caso de que se opte por invertir con los activos líquidos de la empresa. Si la inversión se realiza con actores externos, asimismo, se incurre en una dilución de acciones, que reduce la propiedad y el control de los fundadores y socios sobre la empresa.
Para poder controlar estos riesgos y acometer una inversión de capital de manera exitosa, es importante conocer con exactitud la situación financiera y necesidades de la empresa, ya que, de lo contrario, podría incurrirse en posibles pérdidas. Indicadores financieros como el flujo de caja, que refleja las entradas y salidas de efectivo de una empresa durante un periodo de tiempo concreto, o el propio balance de cuentas, en el que se incluye el patrimonio neto, los activos y pasivos de una compañía, serán de gran utilidad a la hora de definir la estrategia de inversión.
Las inversiones de capital se acometen en función de las necesidades específicas de las compañías y se emplean para adquirir activos que aporten rentabilidad. En función del objetivo que tengan estas operaciones, se pueden clasificar en tres tipos:
En cualquiera de estos casos, será preciso hacer un correcto análisis del estado financiero de la empresa antes de acometer la inversión.
Además de tener en cuenta indicadores sobre la salud financiera de la compañía, a la hora de acometer una inversión de capital también debe considerarse el ciclo de conversión de efectivo, es decir, el tiempo que una empresa tarda en vender un producto desde que adquiere la materia prima.
Este ciclo está compuesto por otros dos ciclos, el operativo y el de inversión de capital, los cuales deben tenerse en cuenta a la hora de controlar el flujo de efectivo y de definir cuándo y en qué medida se realizarán las inversiones.
El ciclo de conversión de efectivo es un indicador que permite a las empresas conocer cuánto capital necesitan para acometer sus inversiones, tanto si proceden de inversores externos como de fondos internos. Ser conscientes de estas necesidades será clave no solo para cerrar exitosamente un ciclo de inversión de capital, sino también para escalar dentro del mercado y convertirse en un actor sólido dentro del ecosistema emprendedor.